Phoebe Palmer

Queridos amig@s! en este artículo de nuestra sección grandes maestros, vamos a hablar de la vida y pensamiento de la predicadora Phoebe Palmer.

Phoebe Palmer (1807–1874), conocida como la “madre del movimiento de santidad” dentro del metodismo, fue una evangelista, maestra y escritora muy influyente en el siglo XIX.

  • Nacimiento y origen: Nació como Phoebe Worrall el 18 de diciembre de 1807 en Nueva York, en una familia metodista profundamente influenciada por el avivamiento wesleyano.

  • Matrimonio y tragedia personal: Se casó en 1827 con Walter Palmer, médico homeópata y también metodista. La pareja sufrió la pérdida de sus tres primeros hijos, lo que marcó profundamente su vida espiritual.

  • Desarrollo espiritual: En 1837, Phoebe experimentó lo que John Wesley llamaba “santificación total”, una experiencia de consagración plena a Dios. Esto la llevó a predicar y enseñar sobre la perfección cristiana, la idea de vivir libre de pecado.

  • Reuniones de Santidad: Junto a su hermana Sarah Lankford, inició las famosas Reuniones de los Martes en su casa, centradas en la promoción de la santidad. Estas reuniones crecieron hasta influir en toda la Iglesia Metodista.

  • Evangelismo y liderazgo: Aunque su esposo también predicaba, Phoebe fue la figura más reconocida. Viajó extensamente como evangelista, escribió varios libros (como El Camino de Santidad) y fue una de las fundadoras del Movimiento de Santidad.

  • Legado: Murió el 2 de noviembre de 1874, pero su influencia perdura como una mujer que rompió barreras de género en la iglesia y dejó una huella profunda en la espiritualidad metodista.

Ella resumía su enseñanza en tres puntos fundamentales que constituían el núcleo de su doctrina de la “entera santificación” (holiness teaching). Estos son:

1. La entrega total y absoluta a Dios

Palmer insistía en que la santificación no era un proceso largo, sino que podía recibirse de inmediato si la persona se entregaba plenamente a Dios.

Para ella, esto significaba colocar todo lo que uno es y posee en el “altar de Dios” (una imagen que tomaba de Romanos 12:1: “presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo”).

La fe consistía en creer que, una vez hecha la entrega, Dios aceptaba y santificaba al creyente.

2. La fe en la promesa divina

Después de la entrega, lo siguiente era creer firmemente que Dios cumple lo que ha prometido en las Escrituras.

Palmer enseñaba que la santificación no dependía de sentimientos, sino de la confianza en la Palabra de Dios: si el creyente ha consagrado todo, entonces puede reclamar inmediatamente la santidad por fe.

Esto quitaba el carácter de espera o duda: la santificación era una realidad presente, recibida “ahora mismo”.

3. El testimonio de la experiencia

Una vez recibida la santificación, el creyente debía confesarlo y dar testimonio público de lo que Dios había hecho.

Palmer veía el testimonio como una forma de afirmar la fe y alentar a otros a entrar en la misma experiencia.

Ella misma fue muy activa en compartir su experiencia en reuniones de “altar de santidad” (holiness meetings), y animaba a otros a hacer lo mismo.

En resumen: consagración total → fe en la promesa → testimonio abierto.
Estos tres pasos eran la esencia de su teología práctica y marcaron profundamente al movimiento de santidad metodista y, posteriormente, al pentecostalismo.

Manual de Santidad según Phoebe Palmer

1. Consagración Total (El Altar)

Presenta todo lo que eres y tienes a Dios: tu vida, tu voluntad, tus posesiones, tus afectos.

Cree que al colocarlo en el “altar de Dios”, Él lo recibe.

Verso clave: “Presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1).

2. Fe en la Promesa (La Aceptación)

La santidad no se alcanza por esfuerzo humano, sino por confiar en la promesa de Dios.

No esperes sentir algo extraordinario: cree ahora mismo que Dios cumple su palabra.

Verso clave: “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

3. Testimonio Público (La Confesión)

Después de creer, declara lo que Dios ha hecho en ti.

El testimonio fortalece tu fe y anima a otros a buscar la misma gracia.

Versículo clave: “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).

En palabras simples:
Entrega → Creer → Testificar

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