LA TRAICIÓN DEL HOMBRE Y SUS RESULTADOS
Queridos amig@s! continuamos con nuestros estudios bíblicos, hoy les comparto la lección 3.
LA TRAICIÓN DEL HOMBRE Y SUS RESULTADOS
Hasta esta parte del estudio bíblico, hemos abarcado los capítulos del Génesis que incluyen el período desde 
la creación del hombre hasta su caída. Para muchos de nosotros, estos capítulos habían sido 
solamente una parte de la historia de tiempos idos, capítulos sin vida y sin interés. Los habíamos 
estudiado por obligación para adquirir cierto conocimiento esencial. 
Al estudiarlos ahora, a la luz de nuestra redención en Cristo, cobran vida delante de nosotros. En 
ellos se desarrolla un drama de gozo, de amor y de fe; y luego de incredulidad y de tragedia, cuyo 
centro lo constituyen el Dios-Padre y el hombre. 
En dichos capítulos se describe la preparación que el Amor hizo para el hombre; la alegría del Dios
Padre al crear al hombre a Su propia imagen y Su anhelo de hacerlo colaborador Suyo en el 
gobierno de la creación, dándole autoridad y responsabilidad. En el gran drama de la creación se 
revelan claramente la naturaleza paternal y el amor de Dios. 
Durante el reinado de muerte espiritual que siguió al pecado de Adán, a través del cual Satanás 
dominó en el corazón del hombre, se perdió el conocimiento de Dios y de Su amor. No fue sino 
hasta la venida de Cristo cuando se dio a conocer a los hombres otra vez la naturaleza paternal de 
Dios. Todo ello forma un ambiente perfecto para una tragedia.
I.  La Naturaleza del Pecado del Hombre 
 El viejo problema que los teólogos han tenido que considerar en cada generación es este: ¿Cuál fue 
la naturaleza del pecado original en el hombre? 
No pudo haber sido el quebrantamiento de la ley porque hasta entonces no había sido dada ninguna 
ley tal como entendemos el término en su relación con la Ley de Moisés. ¿Qué clase de pecado fue 
aquel que motivó la encarnación de Cristo y el sufrimiento del Calvario? 
Habiendo descubierto que el hombre fue investido de una autoridad tan grande, que poseía una 
inteligencia de tal calibre que lo capacitaba para ser el compañero de la Deidad, y que tenía en sus 
manos el gozo o las penas de Dios, podemos entender ahora la naturaleza del pecado que cometió. 
A.  Pecado de Alta Traición
El pecado de Adán fue un crimen de “alta traición”. Dios le había conferido autoridad para gobernar 
el universo. Tal concesión fue la más sagrada herencia que Dios pudo haber legado al hombre (Gn 
1.28; Sal 8.6). 
Adán entregó este dominio legal en manos del enemigo de Dios; Satanás. Este pecado fue 
imperdonable. Así se ha considerado en todas las épocas la alta traición. La transgresión de Adán se 
realizó a la luz resplandeciente de un conocimiento absoluto. Adán no fue engañado por Satanás. El 
entendió perfectamente los pasos que condujeron al crimen. Su esposa, Eva, fue engañada, pero 
Adán fue el Benedict Arnold de la eternidad (Benedict Arnold, 1741-1801, militar estadounidense, 
que destacó durante la primera fase de la guerra de la Independencia de este país, 1776-1783, pero 
que más tarde traicionó la causa de las colonias americanas). 
El hombre conocía a Dios. Conocía también a Satanás y sabía el resultado del crimen sin nombre 
que cometió (1Ti 2.13-14). 
Génesis 3.1-7 nos muestra que el engaño satánico de que fue víctima Eva se debió a su incredulidad 
en la Palabra de Dios. Satanás, por medio de la serpiente, puso primero en tela de juicio la Palabra 
que Dios les había dado, y luego la contradijo abiertamente.
B.  La Traición de Adán Reconocida por Cristo
Hemos llegado a uno de los rasgos más interesantes del Plan de la Redención, el dominio de Satanás sobre la creación. Ya demostramos cómo Satanás obtuvo esta autoridad; ahora notemos 
algunos hechos relacionados con este mismo asunto. 
El estudiante cuidadoso de las Escrituras notará la perfecta justicia de Dios.
Dios no tomó ventaja 
sobre Satanás. Adán había conferido legalmente a Satanás la autoridad con que Dios lo había 
investido. Si Dios no hubiera sido perfectamente justo, hubiera desposeído a Satanás y castigado al 
hombre. En vez de eso, Su gracia provee lo necesario para la redención de la humanidad mostrando 
Su amor al hombre, basándose sobre la justicia perfecta. 
Se recordará que cuando Jesús comenzó Su ministerio, inmediatamente que fue bautizado, fue 
llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Durante la tentación, el diablo lo 
condujo a la cima de un monte y le mostró en un instante todos los reinos de la tierra (Lc 4.6-7). 
Es de notar que Satanás viene a Jesús y le dice que toda potestad y la gloria de los reinos de la tierra 
le han sido entregadas a él, y que puede darlas a quien él quiera. Si el diablo le hubiera mentido aquí 
a Jesús, y Él no lo hubiera descubierto, entonces no era el Hijo de Dios Encarnado. Ahora, si el 
diablo hubiera mentido a Jesús y Jesús lo hubiera sabido, la tentación no hubiera sido real. 
Creemos que la Biblia habla la verdad y que la tentación de Jesús fue real. Entonces, Jesús 
reconoció que Satanás tenía la autoridad y el dominio sobre los reinos de la raza humana y que 
podía entregar dichos reinos a quien él deseara. Satanás dijo: “Me han sido dados”. Sabemos que 
dicha autoridad no le fue dada a Satanás por Dios. El Dios-Padre nunca le hubiera conferido a Su 
enemigo el dominio sobre Su creación y sobre el hombre, objeto de Su amor. 
Satanás tentó al hombre en el huerto del Edén por razón de su odio enconado hacia Dios. Sabiendo 
lo que el hombre significaba para Dios-Padre, Satanás tomó como su objetivo dividir dicha unión y 
colocar a la humanidad en un estado de esclavitud y de destrucción, dominada por él. El diablo 
sabia que ello sería motivo del más grande sufrimiento para Dios-Padre. No obstante, Satanás, en su 
carácter maligno, no pudo anticipar que Dios sufriría por Su propia voluntad por causa del hombre 
hasta traerlo de nuevo a Sí mismo. 
Los sufrimientos físicos y espirituales de Cristo en el Calvario revelan el triunfo del amor Divino 
sobre Su enemigo, Satanás. Cristo no se sometió a esta tentación; el Amor conquistó y triunfó sobre 
Satanás.
II.  Resultado del Pecado de Adán
 
A. Entrada de la Muerte 
El resultado del pecado del hombre fue el impedir el plan de Dios. El pecado de alta traición de 
Adán trajo la muerte Espiritual a la vida de la humanidad: 
Romanos 5.12 nos da una descripción de la muerte espiritual en espera de la oportunidad para 
apoderarse del espíritu del hombre. El pecado del hombre deja la puerta abierta para la entrada de 
esta naturaleza espantosa dentro de su espíritu. 
La mayor parte de nuestra enseñanza con respecto a la caída del hombre se ha centralizado en la 
entrada de la muerte física. 
Ya hemos visto en nuestra última lección que el hombre en realidad está constituido por el espíritu, 
y que el hombre estaba destinado a andar en compañía de Dios, como un ser espiritual. Fue en este 
espíritu del hombre creado a la imagen de Dios, donde entró la muerte. 
Cuando usamos el término “muerte espiritual” no queremos decir que el hombre dejó de ser un ser 
espiritual. La muerte espiritual no es un estado de no-existencia; es un estado de existencia separada 
y alejada de Dios y unida a Satanás. Hay tres clases de muerte mencionadas en las Escrituras: la 
muerte física, la muerte espiritual y la segunda muerte. 
La muerte física es algo violento y no natural: la separación del espíritu y alma del hombre de su 
cuerpo. La muerte espiritual es más violenta y mucho menos natural para la humanidad. Es la 
separación del espíritu del hombre de su Dios (Ef 4.18). 
La segunda muerte es la separación eterna de Dios, y el comienzo de una existencia donde la 
naturaleza de Dios ya no es, y nunca más volverá a ser, accesible al hombre (Ap 20.11-15). 
B. La Muerte Espiritual, una Naturaleza
La muerte espiritual es en realidad una naturaleza. Las potencias verdaderas actuales son de carácter 
espiritual: Dios es un espíritu (Jn 4.24), Satanás es un espíritu (Ef 6.12) y el hombre es un espíritu 
(1Ts 5.23). 
El hombre, creado a la imagen de Dios y siendo un ser más elevado, depende de un poder más 
elevado que él por lo que respecta a su vida espiritual. Debe participar, o bien de la naturaleza 
divina, o de la naturaleza satánica. Dios es un Espíritu, y Su naturaleza es vida (Jn 5.26). 
Satanás es un espíritu también, y su naturaleza siendo opuesta a la de Dios, es muerte. Fue la muerte 
espiritual, emanada de la naturaleza de Satanás, la que tomó posesión del espíritu del hombre (Ef 
2.1-5). Hay dos palabras con que se inicia la Biblia: “vida” y “muerte. Sin la comprensión de estos 
dos términos no podemos tener un concepto coherente de Dios y de Su revelación al hombre: la 
Biblia. 
La primera muerte que entró con la caída fue la muerte espiritual. A Adán se le había dado a elegir. 
El Árbol de la Vida hubiera unido al hombre con Dios. El Árbol del Conocimiento del Bien y del 
Mal lo unió con Satanás (Gn 2.9, 16-17).
C. Una Muerte Doble
Cuando el hombre recibió autoridad sobre el Universo, Dios lo advirtió diciéndole que al 
desobedecer moriría. La traducción literal de Génesis 2.17, en la parte final, donde dice 
“ciertamente morirás”,  es la siguiente: “muriendo, morirás”. Esto revela la muerte doble. 
En el mismo momento en que Adán cometió el pecado de alta traición, murió espiritualmente, pero 
no murió físicamente sino hasta novecientos treinta años más tarde. La muerte espiritual llegó a la 
tierra primero y luego se manifestó en la naturaleza física, destruyéndola. La muerte física es 
solamente una manifestación de su causa, o sea la muerte espiritual. 
Una vez que el hombre hubo muerto espiritualmente, su cuerpo se hizo mortal, condenado a muerte. 
La muerte espiritual llegó a ser universal. Toda la humanidad fue identificada con Adán en su 
muerte espiritual. Adán, el padre de la humanidad, la obra maestra de la creación divina, había 
muerto espiritualmente. Había fracasado en su responsabilidad como custodio del gozo de Dios. El 
hombre a quien él traería a la vida tendría su misma naturaleza. Aquella muerte espiritual se 
convierte en la naturaleza de cada hombre que nace en el mundo. 
Romanos 5.12, declara que la muerte pasó a todos los hombres. Romanos 5.17-19a, dice que: “por 
la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores...” Y Romanos 5.15, 
declara: “...por la trasgresión de aquel uno murieron los muchos...” 
El sueño de Dios no puede realizarse. La humanidad está muerta espiritualmente.
III.  Naturaleza de la Muerte Espiritual
Hemos visto que la muerte espiritual se asemeja a una sustancia, a una fuerza, a un hecho, a la vida. 
La diferencia es que la muerte espiritual emana del diablo, entretanto que la vida emana de Dios. 
Satanás originalmente estuvo con Dios en el Cielo, como uno de los espíritus que permanecían al 
mismo lado del Trono; pero se rebeló en contra de Dios, y al hacerlo, cambió su naturaleza. 
Sabemos muy bien que en el mundo operan siempre dos fuerzas espirituales contrarias la una a la 
otra: amor / odio; gozo / tristeza; fe / duda; bien / mal; etc. Estas fuerzas en conflicto no pueden 
proceder de la misma fuente. Todo lo que es santo, bueno y hermoso procede de la vida, la cual 
emana de Dios. Todo lo que es diabólico, malo y corrompido, procede de la muerte espiritual, la 
cual emana de Satanás. 
Entendemos perfectamente que de la naturaleza satánica fluyen el odio, la codicia, el crimen y toda 
fuerza impura y mala del mundo. No podríamos entender la condición y el problema de la 
humanidad sin saber que la muerte espiritual, causada por la naturaleza satánica, reina en el espíritu 
del hombre. Es muy claro que cuando la muerte espiritual entró a la vida de Adán, su espíritu 
experimentó un cambio completo. El hombre volvió a nacer cuando pecó, pero nació engendrado por Satanás. Llegó a participar de la naturaleza satánica y se hizo hijo de Satanás. Léase Juan 3.12; 
5.24; 1 Juan 3.12, 14-15; Efesios 2.1-5. 
La muerte espiritual, ese monstruo espantoso, se apoderó de la soberanía, del dominio y del señorío 
sobre la creación. 
Romanos 5.17a dice: “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte...”. La muerte asumió 
una personalidad, por el acto de alta traición de Adán comienza a reinar la muerte. Es en realidad el 
reinado de Satanás. 
Hebreos 2.14 habla de que Satanás retiene la autoridad, el dominio del reino de la muerte espiritual. 
Romanos 5.17a nos dice: “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte...”, 
mostrándonos que la muerte “imperó” como soberana. 
Romanos 5.21a dice: “Para que así como el pecado reinó (como soberano) para muerte”. Aquí 
tenemos la verdad expresada claramente. La muerte (la naturaleza de Satanás) se ha apoderado de la 
soberanía y la creación de Dios, la cual está ahora bajo su dominio.

 
 
