Serie de estudios bíblicos. Capitulo 1 Genesis
Queridos amig@s! en los próximos artículos vamos a aprender los misterios de la redención, estos se encuentran a lo largo de todas las sagradas escrituras. Hoy comenzamos con el primer libro de la Biblia: Genesis.
La razón de ser de la creación.
1 Corintios 2 describe esta revelación y nos da la siguiente explicación:
“Porque ¿quién de los
hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” 1Co 2.11.
El hombre, limitado dentro de su
conocimiento sensorial, es incapaz de conocer los pensamientos íntimos de otro hombre. Hay un
velo de carne que no puede penetrar con el sentido de la vista, del oído, o del tacto. No obstante, por
medio de palabras, puede transmitir sus pensamientos íntimos a otro hombre.
Así, Dios, deseoso de que el hombre lo conociera, redactó Sus pensamientos y propósitos íntimos,
en palabras que el hombre puede ver con sus ojos, oír con sus oídos, o leer o entender por medio de
sus sentidos:
“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de
Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a
lo espiritual” 1Co 2.12-13.
La Biblia es la revelación de Dios al hombre, y puesto que no tenemos ningún otro conducto por
medio del cual podamos conocer a Dios o entrar en comunicación con Él, nos volvemos a Su
revelación para descubrir lo que Él nos ha dejado dicho con respecto a la razón que tuvo para crear
al hombre y al universo.
I. La Tierra, Razón de Ser de los Cielos
Nuestra tierra es tan pequeña en comparación con el tamaño y vasto número de los cuerpos celestes,
que el estudio de la misma sería totalmente absurdo si no fuera porque ella es el único planeta
conocido donde hay vida humana.
Génesis 1 nos revela que la tierra tiene un lugar sorprendente en los planes y propósitos de Dios.
Génesis 1.14-19 declara que la tierra es la razón de ser de todos los cuerpos celestes que giran en
sus órbitas a través del inmenso espacio. Por otro lado, la ciencia sostiene que no hay planeta, sol,
luna o estrella, en todo el vasto universo, que no ejerza su influencia sobre la tierra.
El sol se encuentra aproximadamente a noventa y tres millones de millas de distancia de nosotros; y
sin embargo, origina las condiciones climáticas de calor, luz, lluvia y vientos, que convierten a
nuestro planeta en un sitio donde pueden existir la vida humana, la vida animal y la vida vegetal.
La pequeña esfera de la tierra, con su preciosa carga de seres humanos, gira suavemente alrededor
del sol, ampliamente protegida por su transparente capa atmosférica. Una vez más las Escrituras
afirman: “...y sirvan de señales para las estaciones, para días y años” Gn 1.14.
Sabemos que las mareas de los océanos y mares son provocadas por los cuerpos celestes, y que el
calor y el frío; las corrientes de aire y las tempestades, también son el resultado directo de la
influencia planetaria. Pueden predecirse las tempestades en ciertos lugares del continente, por la
posición e influencia de ciertos planetas. Un terremoto puede predecirse también con muchos años
de anticipación porque ciertos planetas enfocarán su influencia en determinado momento sobre un
punto determinado de la superficie de la tierra, y eso causará un cataclismo.
Sabemos, por otra parte, que las heladas y las ondas cálidas se pueden predecir con muchos meses
de anticipación por el conocimiento seguro de la posición de los planetas.
Por estas deducciones vemos claramente que los planetas han sido colocados en los cielos para
marcarnos las estaciones, para servir de señales y para ser compañeros continuos y servidores
constantes de la tierra.
Los astros son los únicos marcadores perfectos del tiempo terrenal. Ningún reloj fabricado por el
hombre nos puede señalar la hora exacta, pero Aquel que conoce el camino de los astros sabe que
cada estrella, sol o planeta, pasarán por cierto punto y en determinado momento, en el vasto espacio
de los caminos siderales.
La estrella, puede, no haber sido vista durante miles de años, pero aparecerá en el cruce de los
caminos estelares en el tiempo preciso; ni un segundo antes, ni un segundo después. ¡Oh, maravilla
del Arquitecto; prodigio del Creador; poder Sustentador de este gran universo! ¡ Cuán emocionante
es saber que esta tierra nuestra, tan pequeña—tanto que miles de ellas podrían caber en el sol—es el
centro y razón de ser del universo!
II. La Razón de Ser de la Tierra es el Hombre
Si la tierra es la razón de ser de los astros siderales, ¿cuál es la razón de ser de la tierra?
Génesis 1 nos describe el relato de 1a creación. Esta consiste de una serie de actos divinos. Estos
actos culminan en la creación del hombre.
Cuando el hombre fue creado, la actividad creadora de Dios tuvo una pausa. El hombre fue la meta
de todo el movimiento creador. La ciencia debe aquí estar de acuerdo con la relación bíblica de la
creación al colocar al hombre en la cumbre de la misma. El hombre fue la última y la más sublime
de las obras de Dios.
La tierra no tiene razón de existir aparte del hombre. La naturaleza inconsciente no puede disfrutar
su belleza, ni estudiar ni utilizar lo que la tierra ha producido.
Sólo cuando Dios puso sobre la tierra al hombre creado a Su imagen, hubo una razón de ser para el
espacioso universo que había sido creado. Dios dotó al hombre de las capacidades necesarias para
disfrutar la belleza de Su obra y para utilizar los recursos de ésta.
“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó...” Is 45.18. La
Palabra declara aquí que Dios creó esta tierra para ser habitada por el hombre. En Sus actos
creadores, Él satisfizo cada necesidad que el hombre habría de tener en su vida sobre la tierra.
Era tras era, Él trabajó, almacenando tesoros y toda suerte de riquezas para el hombre. Llenó las
entrañas de la tierra con depósitos de hierro, cobre, plata y oro, y los colmó de incontables
variedades de metales, de productos químicos y de elementos generadores de fuerzas.
Cubrió la superficie de la tierra de montañas, de valles, de hondonadas, de mesetas y praderas; de
riachuelos encantadores y de flores en profusión para que conmovieran de gozo el corazón del
hombre que Dios había hecho. Frutas y vegetales proporcionaron el alimento a este hombre. El gran
Originador de las necesidades humanas y del gozo, ya conocía los anhelos y apetitos del hombre
aunque todavía éste no había nacido; y en el maravilloso plan de la creación, dichas necesidades se
tomaron en cuenta para satisfacerlas.
El hombre es la única criatura que puede disfrutar de su belleza o usar de sus recursos.
III. La Razón de Ser del Hombre es el Corazón Paternal de Dios
Hemos visto que la tierra es la razón de ser del universo estelar y que el hombre es la razón de ser
de la tierra. No obstante, nuestro problema no ha sido resuelto todavía. ¿Cuál es la razón de ser del
hombre? Hasta que sepamos porqué razón Dios creó al hombre, no sabremos la razón de ser de la
creación.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” Gn 1.1. En este versículo, la palabra Dios en
hebreo es Elohim. Tal palabra es plural y revela al Dios trino y uno obrando en la creación. Las
Juan 1.1-3 y Colosenses 1.16 revelan que Cristo tuvo una parte muy importante en los grandes
actos de la creación, y Génesis 1.2 y el Salmo 104.30 muestran la obra del Espíritu en la creación.
La Trinidad permanece oculta en todo el Antiguo Testamento. Muchos judíos que han aceptado a
Cristo como su Salvador han testificado que uno de los factores que intervinieron para que
comprendieran que Jesús era su Mesías, fue el hecho de que pudieron vislumbrar la Trinidad oculta
en el Antiguo Pacto.
Israel, sin embargo, no supo cómo era la Trinidad. Hasta que Jesucristo, la Palabra Viviente, fue
manifestado en carne. El hombre no conocía que la Trinidad era el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. En Su ministerio de enseñanza, Jesucristo reveló a Dios como Padre.
En diversas ocasiones de la vida de Jesucristo, se manifestó la Trinidad ante los sentidos de1
hombre. Una de ellas fue en el bautismo de Jesús narrada en Mateo 3.13-17. Cuando Jesús fue
bautizado el Espíritu Santo apareció en forma de paloma y descendió sobre Cristo, entre tanto que el
Padre habló desde el cielo diciendo: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia”.
Mateo 28.19 (la Gran Comisión) revela a la Trinidad formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
De todo esto, se desprende que en el principio el Padre, el Hijo y el Espíritu, crearon los cielos y la
tierra. Dios, en el principio fue el Dios-Padre. En la eternidad tenía una naturaleza de Padre. Los
que somos padres, sabemos y podemos entender lo que significa el amor y deseo de un padre para
sus hijos. Nuestra civilización está edificada en torno a este hecho, porque el hogar es la unidad
básica de la sociedad.
Efesios 3.14-15 revela que el padre humano es justamente un tipo del Dios-Padre. El amor del
padre humano existe porque, desde la eternidad, Dios era esencialmente un Padre. Es natural que el
corazón paternal de Dios anhelara hijos. Este ardiente anhelo tomó forma, y Dios planeó crear a un
hombre que anduviera con Él, como Su hijo:
Ef 1.4-5 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.
Antes que Dios creara el mundo, en Su plan soñado, ya el hombre había sido señalado para ser Su
hijo. El hombre tomaría el lugar de un hijo en el amor del Dios-Padre. Sería la respuesta al anhelo del Padre. Otros pasajes que revelan que el hombre fue la razón de ser de la creación, son:
Romanos 16.25 y 1 Corintios 2.7. Estos versículos nos enseñan primordialmente que el hombre
fue escogido desde el principio para ocupar el lugar de un hijo; y que después, Dios creó este
universo para que le sirviera de hogar al hijo escogido.
Entre las listas que hemos hecho de los atributos de Dios, siempre hemos incluido Su omnipotencia,
Su omnisciencia y Su omnipresencia, pero hemos pasado por alto el hecho de que, ante todo, Él es
un Dios-Padre.
En conclusión, la razón de ser de la creación es el corazón paternal de Dios. Unos cuantos pasajes
que revelan el cuidado paternal de Dios por sus hijos son: Mateo 6.8, 31-32; 7.11; Juan 14.23;
16.27; 17.23; Filipenses 4.6-7, 19; 1 Pedro 5.7.
Satanás ha sido muy sutil al cegar nuestro entendimiento a la naturaleza paternal de Dios. El
cristiano común y corriente no ha tenido una verdadera conciencia de Dios como su Padre. Tal
ignorancia se ha debido al hecho de que nuestra mentalidad no ha sido renovada por la Palabra de
Dios. Romanos 12.1-2 y Efesios 4.23 nos enseñan la importancia del estudio de la Palabra, para la
renovación de nuestra mente.
El conocimiento sensorial ha tomado el lugar de la Palabra de Dios en nuestra vida. Jesucristo ha
sido manifestado a los sentidos físicos del hombre: “Lo que era desde el principio, lo que hemos
oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos
tocante al Verbo de vida” 1Jn 1.1-2. Jesucristo, tomó un cuerpo humano por medio del cual fue
manifestado al hombre.
La mente humana obtiene su conocimiento al través de los sentidos físicos. Pero, el Padre nunca se
ha manifestado a tales sentidos, ya que es Espíritu. Por lo tanto, la mente del hombre no puede
formarse un cuadro mental de Él. Cuando un hombre ha nacido de nuevo, el conocimiento sensorial
pasado de la vida de Jesucristo ha tomado el lugar que el Padre debió haber tenido en su vida.
Debido a que el hombre pudo formarse una imagen mental de Cristo, ha desarrollado el hábito de
orar a Cristo, adorándole y alabándole solamente a Él. La renovación de la mente del hombre por la
Palabra de Dios, le da cierta conciencia del Padre que opera una revolución en su vida.
IV. Los Atributos de Dios
En esta revolución, naturaleza paternal de Dios nos fue comunicada en la creación. Pero hay otras
dos leyes de Su ser reveladas aquí. Una, que Él es un Dios de fe. Y, la otra, que Él es amor. El amor
fue la causa de que creara el universo, y lo creó por fe. Él obra por fe en Su Palabra.
En el primer capítulo del Génesis hay seis afirmaciones de la fe Creadora (creó: la luz, los cielos, la
tierra y el mar, las plantas, los astros y los seres vivientes). Hebreos 11. 3 revela que Dios creó este
universo por medio de la Fe en Su Palabra. Fue mediante Su Palabra hablada que la creación llegó a
existir.