La palabra de Dios cambiara tu vida (parte 1).

Queridos amig@s! Piensen acerca de algunos momentos clave de sus vidas cuando Dios usó un pasaje de las Escrituras para traerle vida, ánimo o dirección. ¿No le parece increíble que la Palabra de Dios pueda tener tan gran impacto en nuestra vida? 

La enseñanza que leerá a continuación es extraída de una serie escrita por el pastor Derek Prince y se enfoca justamente en las grandes cosas que la Palabra de Dios llevará a cabo en su vida.

En esta serie de seis partes sobre el tema "la Palabra de Dios cambiara su vida", estaremos estudian do aspectos específicos de lo que la Palabra de Dios producirá en usted.

Examinaremos los resultados que usted puede esperar ver en su vida al abrirse a la Palabra de Dios. De hecho, ahora mismo al empezar este estudio, quiero pedirle que abra su corazón de modo que pueda recibir estas verdades con una actitud de expectativa. Tenga la expectativa de que recibirá algo bueno y positivo de esta enseñanza. El primer punto que debemos entender en este estudio acerca de la naturaleza de la Palabra de Dios es que la Palabra es única. 

La Palabra de Dios es completamente diferente a cualquier otra cosa que experimentaremos a lo largo de nuestra vida.

La Palabra no consiste simplemente de marcas negras en una hoja en blanco; es muchísimo más que eso. Para averiguar la verdadera naturaleza de la Palabra de Dios, debemos mirar lo que la Biblia misma dice. La Palabra de Dios nunca falla La mejor fuente de información acerca de la Palabra de Dios es la Palabra misma. Por lo tanto, quisiera empezar por mostrarle algunas de las cosas que la Palabra de Dios dice de sí misma. Empecemos en el Salmo 33:6, el cual dice: Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos, Y todo su ejército por el aliento de su boca. Aunque esta traducción dice “aliento”, la palabra en hebreo es la palabra “espíritu”. Las palabras “espíritu” y “aliento” están muy relacionadas. Las Escrituras se refieren al Espíritu Santo (el Espíritu de Dios) como “el soplo del Omnipotente”. Pero necesitamos ver que los dos componentes que menciona este versículo son la Palabra del Señor y el Espíritu del Señor. Al obrar juntas estas dos fuerzas poderosas - la Palabra del Señor y el Espíritu del Señor - todo el universo existente fue creado. Los cielos y todo el ejército de ellos fueron hechos por medio de la Palabra del Señor y del Espíritu del Señor. El poder del universo Uno de los principios más importantes que debemos entender es que la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios siempre obran juntos; obran en perfecta armo nía. Esto lo vemos desde el principio de la Biblia. Génesis 1:2 declara esta verdad: “el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas”. Luego, el próximo versículo dice: “Entonces dijo Dios”, es decir, que Dios pronunció su Palabra. Aquí vemos la Pala bra y el Espíritu de Dios obrando juntos al principio de la creación. Cuando estas fuerzas se unieron de esta manera, el resultado fue la creación. Dios dijo: “Sea la luz” y hubo luz. Debemos entender que el poder creativo detrás de todo el universo es la Palabra y el Espíritu de Dios obrando juntos. ¿Por qué es tan importante entender esto? Porque cuando usted recibe la Palabra y el Espíritu de Dios en su vida, está recibiendo todo el poder creativo de Dios.

Cuando estos dos componentes se unen en usted, el mismo poder que dio a luz todo el vasto universo está a su disposición. Isaías 55:11 presenta otro aspecto de la Palabra de Dios. En este versículo, Dios declara que su Palabra nunca dejará de cumplir el propósito por el cual fue enviada. Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía [sin efecto o sin propósito]; sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié. Cuando la Palabra de Dios es pronunciada, lleva a cabo los designios de Dios. Cumple el propósito por el cual Dios la envía. Eso quiere decir que usted pue de confiar completamente en la Palabra de Dios. De hecho, hasta podríamos decir que hay una garantía escrita de que cumplirá con aquello para lo cual fue enviada. Si usted compra algún artículo en una tien da, el fabricante casi siempre le proveerá una garantía escrita para lo que compró. En realidad, Isaías 55:11 es la garantía escrita de Dios. Él promete que su Pala bra llevará a cabo todo lo que Él dice que hará.

En el Nuevo Testamento, Jesús declara esta verdad al decir las siguientes palabras en Juan 6:63b: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. Jesús estaba diciendo que las palabras de Dios no son simplemente sonidos en el aire, ni marcas negras en el papel.

Él dice que estas palabras llevan en sí el Espíritu y la vida de Dios mismo. Otra confirmación de esta verdad se encuentra en Hebreos 4:12, que declara lo siguiente acerca de la Palabra de Dios: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. La palabra en griego que se traduce “eficaz” es la misma palabra de la cual proviene la palabra “enérgico”. Esto me parece una descripción vívida de lo que es la Palabra de Dios.

La Palabra es viva; está llena de energía; es penetrante. Alcanza cada parte de la personalidad humana: la mente, el espíritu, el alma, y hasta el cuerpo físico. Donde sea que se aplica la Palabra de Dios, hay una garantía escrita de que beneficiará al que la recibe. Ésta es la promesa de Dios en cuanto a su Palabra: llevará a cabo en su vida el propósito por el cual Él la envió. La manera en que respondemos Para completar la presentación de esta verdad, vamos ahora a considerar la parte que nos corresponde a nosotros en este asunto.

No se trata solamente de lo que la Palabra de Dios es o lo que hará en su vida. Su confiabilidad está garantizada. Es tan invariable como Dios mismo. Sin embargo, el resultado que la Palabra de Dios producirá en usted o en mí depende de la manera en que respondemos.

En esta parte de la enseñanza, le explicaré cómo se requiere que respondamos a la Palabra de Dios. ¿Cómo debemos responder para poder recibir todos los beneficios y las bendiciones que Dios desea que tengamos?

En 1 Tesalonicenses 2:13, Pablo escribe las siguientes palabras: Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la Palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. Hay dos requisitos que debemos cumplir cuando la Palabra de Dios llega a nosotros. En primer lugar, no debemos tratarla simplemente como un escrito o un mensaje humano. Más bien, debemos reconocer que es un mensaje que viene directamente de Dios.

Es la Palabra de Dios, no la del hombre. En segundo lugar, debemos recibir la Palabra en fe. Tenemos que creerla. Pablo dice que cuando la recibimos como la Palabra de Dios para nosotros, y la creemos, la Palabra “hace su obra” en nosotros. Lleva a cabo lo que Dios la ha destinado a hacer. Le ruego que tome en cuenta estos dos requisitos.

Primeramente, debe recibir la Palabra como la Palabra de Dios y no sólo como un mensaje del hombre. En segundo lugar, debe aceptarla con fe, creyendo que puede lograr en usted lo que Dios requiere. Requisitos para recibir El libro de Santiago presenta otras verdades sobre este tema. Al leer Santiago 1:21, vemos que hay ciertos requisitos morales que debemos cumplir para poder recibir todos los beneficios que nos brinda la Palabra de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implanta da, que es poderosa para salvar vuestras almas.

Fíjese en esta palabra “implantada”. La Palabra de Dios es algo que contiene vida y que crecerá en nosotros. Por lo tanto, si usted la recibe - si la siembra en su corazón y en su vida - la Palabra se arraigará en usted. Como un árbol frutal, crecerá y dará a luz los resultados que Dios desea. Este versículo menciona dos requisitos. Primera mente menciona lo que debemos desechar. Debemos despojarnos de toda inmundicia y malicia. En otras palabras, nuestra vida tiene que ser limpiada a fondo. No podemos aferrarnos al pecado, a la rebelión y a otras características malas en nuestra vida y al mismo tiempo esperar que la Palabra de Dios lleve a cabo en nosotros lo que Él promete. Eso no sucederá. En segundo lugar, debemos recibir la Palabra con humildad. Éste es un requisito muy importante. Cuando somos humildes, estamos abiertos a la instrucción. No nos comportamos como niños malcriados y respondones.

No tratamos de mandar a Dios. Más bien, recibimos humildemente lo que Él está diciéndonos. La Palabra sólo producirá en nosotros sus resultados cuando respondemos a ella con humildad. Humildad y temor reverente Antes de concluir esta parte de la enseñanza sobre la Palabra de Dios, quisiera señalar otra verdad importante. Dios mismo escoge sus estudiantes. Si usted quiere ser un estudiante de Dios - una de aquellas personas que aprenden de Dios - tiene que cumplir con los requisitos que Dios ha establecido.

El Salmo 25:8-9, 12, 14 los presenta claramente. Bueno y recto es el SEÑOR; por tanto, El muestra a los pecadores el camino. Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino. ¿Quién es el hombre que teme al SEÑOR? El le instruirá en el camino que debe escoger. Los secretos del SEÑOR son para los que le temen, y El les dará a conocer su pacto. Estos poderosos versículos presentan algunas características muy importantes que Dios requiere de nosotros. ¿Cómo nos preparamos para que Dios nos muestre su camino y nos haga conocer su pacto? No sólo debemos ser humildes, sino que además debemos temer al Señor (tenerle un respeto reverente).

Éstos son dos requisitos indispensables que debemos cumplir para recibir la Palabra de Dios en nuestra vida. Para que la Palabra de Dios lleve a cabo en nosotros aquello para lo cual Él la envió, es necesario que ten gamos humildad y un temor reverente hacia el Señor. Si hemos de ser iniciados en los maravillosos secretos de Dios - si Él ha de comunicarnos sus prodigiosos pensamientos y propósitos - debemos cumplir con estos requisitos. Hay muchas personas - algunas de las cuales están matriculadas en escuelas bíblicas, seminarios e institutos teológicos - que tienen mucho conocimiento intelectual. Sin embargo, Dios nunca ha aceptado como sus estudiantes a ningunas de aquellas personas con tal conocimiento intelectual.

¿Por qué? Porque no han cumplido con los requisitos de Dios en cuanto a su carácter. ¿Cuáles son estos requisitos? El ser humil de, tener un temor y respeto reverente hacia Dios. Ahora bien, quiero desafiarle. Quiero hacerle una pregunta directa. En este mismo momento, ¿decidirá usted adoptar la actitud que Dios requiere hacia la Palabra de Dios? ¿Se acercará usted a Dios y a su Palabra con humildad y reverencia? Si eso es lo que desea, y está dispuesto a hacer este compromiso, le pido que selle su decisión haciendo la siguiente oración:

Señor, quiero que tu Palabra sea implantada en mí. Quiero que tu Palabra lleve a cabo todo lo que tú de seas que haga en mí. Ahora mismo, me inclino ante ti en humildad y reverencia- recibo tu Palabra, la cual es viva y eficaz, en lo más profundo de mi espíritu. Amén.

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