La epístola de Santiago.

Queridos amig@s! Continuamos con nuestro estudio bíblico hoy les hablamos de la epístola de Santiago que es la primera de las siete epístolas generales, así clasificada por estar dirigida a 'las doce tribus que están en la dispersión', probablemente en referencia a las congregaciones cristianas dispersas en todo el mundo.

Estructura Del Libro

La carta parece ser una colección de aforismos y homilías prácticas sobre la necesidad de asociar la fe con las buenas obras, organizados según la costumbre judía de asociar palabras clave. En este sentido, el libro debe ser estudiado como un sermón más o menos representativo de su período. Esto hace difícil tratar de confeccionar un bosquejo lógico, pero a continuación se ofrece una lista de los temas que aborda:

A. Salutación, 1.1

B. El problema de las pruebas, 1.2-18

C. La naturaleza de la religión verdadera, 1.19-2.26

D. El poder de la lengua, 3.1-12

E. Los males de este mundo, 3.13-5.6

F. El valor de las virtudes cristianas, 5.7-20

Santiago utiliza el término 'fue justificado' en 2.21 con referencia al relato de Gn 22 (donde Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac) y afirma que así 'demostró públicamente su fe', mientras Pablo, refiriéndose a la relación íntima entre Abraham y Dios (Gn 15.6), define la JUSTICIA atribuida en términos no de OBRAS, sino exclusivamente de FE (Ro 4.1-5; Gl 3.6-9).

Santiago hace hincapié en el Dios que no cambia, el Creador (1.17s), el Padre (1.27; 3.9), el Soberano (4.15) exento de toda influencia maligna (1.13), el Legislador, Juez, Salvador y destructor (4.11s) que no tolera rivales (4.4s), el Dador de sabiduría (1.5), gracia (4.6) y galardones (1.12). La justicia que Dios requiere del creyente (1.20) es una piedad no fingida, síntesis de la perseverancia (1.2-18), la obediencia (1.19-27), la imparcialidad (2.1-13), la integridad (2.14-26), la disciplina (3.1-4.10), la humildad (4.11-5.6), la paciencia (5.7-11), la persistencia en oración (5.12-18) y el amor (5.19s).

Autor Y Fecha

Esta carta no recibió la aceptación de las iglesias sino hasta el siglo IV. La reserva se debía a la incertidumbre acerca de la identidad de su autor, que se describe (Stg 1.1) meramente como 'Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo'. Reconociendo que JACOBO, hijo de Zebedeo, murió prematuramente para ser autor de epístola alguna, la iglesia atribuyó la Epístola de Santiago a JACOBO de Jerusalén, el hermano del Señor. Aparentemente llevaba el título de APÓSTOL (Gl 1.19) y así se satisfizo el requisito de paternidad apostólica que era imprescindible para la aceptación de cualquier escrito en el CANON.

Hay varios factores que apoyan a Jacobo de Jerusalén como autor. Uno es la sencillez con que el autor se designa a sí mismo (1.1), lo que hace pensar que sus lectores lo conocían muy bien. No hay en el Nuevo Testamento un Jacobo (o Santiago) mejor conocido ni más prominente que el hermano de Jesús y líder de la congregación en Jerusalén. Otro factor que nos inclina a aceptar a Jacobo como autor es el tono de autoridad con que escribe, el carácter homilético de la epístola, su sabor judeocristiano y sus ecos de la literatura sapiencial (sobre la palabra clave 'sabiduría', cf 1.5; 3.17) y de los dichos de Jesús consagrados en el SERMÓN DEL MONTE (por ejemplo, cf. 2.13 con Mt 5.7; 3.12 con Mt 7.16; 3.18 con Mt 7.20; 5.2 con Mt 6.19), señalan a la persona que tuvo una relación singular con Jesús, especialmente después de su resurrección, con Pablo y los demás apóstoles como líder de la iglesia en Jerusalén, y que jugó un papel protagónico en el concilio de Jerusalén.

Un tercer factor que apoya a Jacobo de Jerusalén es que a pesar de ciertas frases de corte helenista (cf 1.17, 23; 3.6), la epístola muestra rasgos hebraicos y usa preguntas retóricas, símiles vívidos, diálogos imaginarios y aforismos didácticos que tienden a señalar como autor a Jacobo, judío cristiano bilingüe. Además, hay ciertas semejanzas lingüísticas entre el discurso de Jacobo en el CONCILIO DE JERUSALÉN (cf. 1.1 con Hch 15.23; 1.27 con Hch 15.14; 2.5 con Hch 15.13; 2.7 con Hch 15.17)., la carta que contenía sus resoluciones y la carta de Santiago (Hch 15.23 y Stg 1.1; Hch 15.14 y Stg 1.27; Hch 15.13 y Stg 2.5). El autor residió continuamente (se supone) en Jerusalén, desde el día de Pentecostés hasta su martirio treinta y dos años después, según lo relata el historiador Josefo. Jacobo tuvo contactos, gracias a su posición de liderazgo, con judíos y cristianos de todas partes del mundo.

Por otra parte, hay varios factores que han convencido a algunos eruditos para que le atribuyan una paternidad diferente: la falta casi completa de doctrinas específicamente cristianas y del nombre de Jesucristo (aparece únicamente en 1.1; 2.1), el lenguaje elegante que indicaría un autor cuyo idioma materno quizá fuese el griego, y la demora en la aceptación de la epístola en el canon. Según esta teoría, 'Santiago' es un Jacobo desconocido o un escritor que procura dar autoridad a su carta (una homilía judía cristianizada por ciertos retoques) utilizando el nombre del primer obispo de Jerusalén. En tal caso, la fecha de composición no sería 40-60, sino 70-110.

A pesar de estos criterios, la paternidad literaria tradicional de Jacobo el hermano de Jesús sigue en pie como la más probable.

SANTIAGO:

I. La prueba de la fe 1.1-18

A. El propósito de las pruebas 1.1-12

Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

B. La fuente de las tentaciones 1.13-18

II. Las características de la fe 1.19-5.6

A. La fe obedece a la Palabra 1.19-27

B. La fe elimina la discriminación 2.1-13

C. La fe se prueba a sí misma mediante las obras 2.14-26

D. La fe controla la lengua 3.1-12

E. La fe produce sabiduría 3.13-18

F. La fe produce humildad 4.1-12

G. La fe produce dependencia en Dios 4.13-5.6

III. El triunfo de la fe 5.7-20

A. La fe soporta, esperando el retorno de Cristo 5.7-12

B. La fe lleva a orar por los afligidos 5.13-18

C. La fe confronta al creyente errado 5.19-

Marco Histórico

Santiago dirige su carta a 'las doce tribus que están en la dispersión (1.1). Esto implica lectores judeocristianos que vivían fuera de Palestina. En otras partes, sin embargo, Santiago se refiere a jornaleros (5.4), y esto sitúa a sus lectores dentro de Palestina. En aquellos tiempos, solo en Palestina los granjeros empleaban personas que recibían paga en vez de esclavos.

Aporte a La Teología

El mensaje de Santiago desafía al pueblo de Dios a una fe relevante. El evangelio cristiano no es estrecho, sino que hace sus demandas sobre la totalidad de la vida humana.

En la enseñanza de Pablo, vemos que la acción de Dios en Cristo (para la salvación de los hombres) resulta en la acción del creyente en Cristo en respuesta a la acción de Dios. Pero el método de Santiago es diferente. Su carta está llena de mandatos que dan por sentado que ha habido una experiencia. Santiago presenta al lector las demandas prácticas del evangelio. Por eso su escrito tiene tanto que ver con la vida diaria, y no deja lugar al escapismo moral ni a las especulaciones teológicas. Frente a las afirmaciones del autor, solo nos queda actuar o no conforme a las demandas del evangelio. De allí que el centro del mensaje de Santiago se encuentra en su llamado a una vida ética basada en el evangelio cristiano.

Otros Puntos Importantes

Algunos sugieren que Santiago y Pablo no están de acuerdo en sus puntos de vista sobre el valor salvífico de la fe y las obras. Pablo dice: 'El hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley' (Ro 3.28), mientras que Santiago dice: 'El hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe (Stg 2.24). Pero si nos fijamos bien, vemos que difieren más en la definición de fe que en su esencia. Santiago escribe a personas que están inclinadas a interpretar la fe como un simple conocimiento intelectual (Stg 2.29). Como consecuencia, enfatiza que una fe que no transforma al creyente no es una fe que salva; de ahí que enfatice las obras. En realidad no está lejos de la posición de Pablo. Para este, la fe es confiar a Dios nuestra vida a través de Cristo, con el resultado de que nuestra vida se renueva con el 'fruto del Espíritu' (Gl 5.22).

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