Reflexión para hoy.
Queridos amig@s! En la parábola de las vírgenes prudentes podemos comparar nuestras vidas con el reino que anuncia Cristo. En la vida diaria existen personas que les gusta ser precavidas, que hacen planes para el futuro, evalúan los posibles riegos que podrían afrontar, se preparan y trabajan en pos de sus metas; y se esfuerzan para lograrlo, no dejan cosas al azar ni esperan que las cosas caigan del cielo. Por otra parte, existen otras personas que no hacen planes, que viven del momento, se dejan arrastrar por la vida y como dice el dicho “como va viniendo vamos viendo”, anhelan un golpe de suerte, pues esperan que las cosas lleguen sin mucho esfuerzo. Debemos entender que el sentido de la vida no es así. Dios recompensa el esfuerzo, la disciplina y la perseverancia. Si bien es cierto que debemos vivir cada día con intensidad como si no hubiera mañana, también nos debemos preparar para el futuro, pero enfocados en las cosas que son importantes. En la vida cristiana pasa lo mismo, hay personas que se preparan, buscan ser mejores cada día, hacen planes con Dios, buscan su dirección y trabajan en pos de su salvación y hacen las cosas que le agradan al Padre, pues reconocen que viviendo una vida con Cristo en el corazón, tienen una vida plena. Y hay otros que prefieren dejar a Dios para después, dicen “aún tengo tiempo, primero voy a vivir mi vida y cuando lo necesites buscaré a Dios, aún no estoy preparado para poner mi vida en orden”. Otros creen trabajar en su fe y su relación con Dios pero solo se acuerdan del Señor cuando tienen dificultades, lo usan como un comodín. Debemos evaluar ¿Qué estamos haciendo para obtener nuestra salvación? ¿Somos como las cinco vírgenes prudentes o como las cinco vírgenes insensatas? Seamos prudentes, no dejemos todo para última hora, Cristo murió y resucitó para que pudiéramos ser salvos, solo falta que nos esforcemos. Al igual que el aceite, la salvación y la fe no se pueden prestar, cada quien debe trabajar es pos de la suya. Pongamos un poco de disciplina en nuestras vidas, no temamos un poco de esfuerzo en todas nuestras actividades diarias y mostremos así que no queremos dejar nuestra salvación para última hora.
Dios les Bendiga!