Reflexión para hoy.
Queridos amig@s! La mayoría de las personas hemos experimentado por un momento esa sensación de envidia que no nos hace nada bien, porque nos llena de tristeza y frustración, quizás estábamos esperando un trabajo mejor y nos da envidia que nuestro amigo lo consiga. Es cuando decimos me alegro por mi amigo, pero sentimos cierta envidia. Éste es solo un pequeño ejemplo donde le damos cabida a la envidia en nuestro corazón. Dios nos dice en romanos 12:15 “GOZAOS CON LOS QUE SE GOZAN…” no debemos entristecernos con el éxito de nuestro prójimo, más bien debemos alegrarnos porque Dios ha contestado sus oraciones, porque lo ha bendecido y debemos sentirnos motivados porque es una señal de que Dios también contestará nuestras oraciones. Cada vez que veamos a alguien cumplir sus metas, debemos llenarnos de esa energía positiva y usarlo como motivación porque si esa persona pudo yo también puedo con Dios a mi lado. Que el éxito de los demás nos llene de esperanza y fortaleza, que no nos genere sentimientos negativos como la envidia que nos provocan infelicidad y amargura. Sintámonos felices por nuestro prójimo, demos nuestras bendiciones para que sigan adelante y veremos que se siente mucho mejor que cuando sentimos envida. Imaginemos, ¿Podemos desearle mal a una persona porque Dios ha respondido su oración?, ¿acaso estamos deseándole a otras personas lo que no quisiéramos que nos pase a nosotros? Recordemos que la vida es como un espejo y lo que damos recibimos. Dios sabe los deseos de nuestro corazón, el conoce nuestras necesidades, seamos pacientes, la respuesta de Dios llegará en el momento oportuno y alegrémonos con nuestro prójimo porque es testimonio vivo de que Dios sí nos escucha. Dios les Bendiga!