Reflexión para hoy.
Queridos amig@s! Espero que estén bien y que comiencen este año nuevo con salud y buenos propósitos. Hoy les comparto:
«Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.» (Lucas 13:1-5).
Muchas personas piensan que el arrepentirse, significa “sentirse mal” por el daño cometido, y sentirse mal, es parte del dolor de reconocer nuestro error. Arrepentirnos significa convertir ese dolor en acciones y transformarnos en espíritu, para convertirnos en la creación que Dios nos ha llamado a ser.
Las escrituras de hoy son prueba de la importancia del arrepentimiento y es que Jesús al hablarle a aquellos reunidos con Él, los exhortó a arrepentirse y a cambiar su forma de pensar, vivir y amar. Los invitó a reconocer, que a pesar de que en ocasiones podamos no vivir la vida a la que Cristo nos llama, contamos con el maravilloso don de la Misericordia de Dios, que no nos juzgará por cuán lejos nos hayamos alejado, sino por cuanto es el Amor que El Señor tiene por nosotros. En el momento en que dañamos a alguien con nuestras acciones o incluso al dañarnos nosotros como resultado de esas mismas acciones, necesitamos no solo perdonarnos y pedir perdón al Señor, únicamente, sino arrepentirnos, porque ello implicará un cambio de mentalidad y con ello un cambio de actitud. ¡Qué suerte servir a Dios, que nos da siempre una segunda oportunidad!
Por ese motivo les animo hoy a perdonar y a pedir perdón si hemos sido injustos con alguien. Bendiciones!