Reflexión para hoy.


Queridos amig@s! Seguro que han oído: “El trabajo dignifica al hombre", fue la frase en la que Karl Marx resumía su filosofía sobre la relación del hombre con su propia naturaleza, bajo esta sentencia el filósofo alemán explica que el hombre saca a relucir sus potencialidades con el desempeño de una labor. Todo esfuerzo se ve recompensado a la larga, mientras que la holgazanería nos perjudica.

Nuestro Padre Celestial y Jesucristo nos han mostrado por medio de su ejemplo y sus enseñanzas que el trabajo es tan importante en el cielo como en la tierra. Dios trabajó durante seis días seguidos para crear los cielos y la tierra; hizo que los mares se agruparan en un solo lugar y que apareciera la tierra seca; hizo que el pasto, las hierbas y los árboles crecieran sobre la tierra; formó el sol, la luna y las estrellas; creó a todos los seres vivientes marinos y terrestres y, por último, hizo a Adán y a Eva en la tierra para que cuidaran de ella y para que tuvieran dominio sobre todos los seres vivientes.

Para algunas personas el trabajo es una carga; en cambio, para otras es una parte emocionante de la vida, por esto, una de las formas de disfrutar completamente los beneficios de la vida es aprender a amar el trabajo.

No todos podemos elegir la clase de trabajo que hacemos. Algunos trabajan muchas horas para satisfacer las necesidades más elementales, con lo cual se hace difícil gozar de ese tipo de trabajo. Sin embargo, la gente más feliz ha aprendido a disfrutar de su trabajo, cualquiera que éste sea, por lo que nuestra actitud hacia el trabajo es vital, tal como se aprecia en el siguiente relato: Un hombre que pasaba por una pequeña localidad se topó con tres hombres quienes hacían por separado una labor, él quiso preguntarle a cada uno de ellos qué hacían; y sus respuestas revelaron una actitud completamente diferente hacia el mismo empleo.

 -Estoy cortando piedra, respondió el primero; el segundo agregó:

 -Estoy ganando tres monedas de oro por día; mientras que el tercero sonrió y dijo

 -Estoy ayudando a construir una casa.

Desde cualquier trabajo honrado podemos servir a Dios, y Él bendice la mano diligente, y al que es sabio y dedicado para cumplir su trabajo; cualquiera que este sea, ya que todo esfuerzo tiene su fruto. Dios les Bendiga!

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