Reflexión para hoy.
Queridos amig@s! Hoy les quiero hablar sobre la preocupación, “La preocupación es un estado de desasosiego, inquietud o temor producido ante una situación difícil o problema.” Este tipo de turbaciones entre otras cosas pueden dañar tu salud, dar lugar a que el objeto de tu angustia consuma tus pensamientos, disminuir tu productividad, afectar negativamente la forma en que tratas a otros, y lo que es peor, ser capaz de reducir tu capacidad de confiar en Dios. La Biblia en Filipenses 4:6 nos enseña claramente a los cristianos que evitemos la preocupación: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” A través de este texto deberíamos aprender a trasladar todas nuestras necesidades y preocupaciones ante Dios en oración, en lugar de preocuparnos por ellas. Cuando nos hacemos cargo de nuestras presiones y problemas estamos afirmando que no confiamos totalmente en Dios y que nosotros podemos con todo solos, sin embargo, reconocer el cuidado de Dios, admitir su necesidad y permitir que otros en la familia nos brinden ayuda requiere de humildad. Quizás una de las razones por las que no lo hacíamos antes es porque pensamos que los problemas producto de nuestra propia necedad no le interesan a Dios, y, por consiguiente, nos merecemos todo lo que nos pase; pero cuando nos volvemos a Él, arrepentidos, Él llevará incluso el peso de dichos problemas. No obstante ¡no nos engañemos!, el dejar que Dios se haga cargo de nuestras preocupaciones nos llama a la acción, no a la pasividad; desde luego a la acción bajo la dirección y guía de nuestro ayudador por excelencia, Dios. Ciertamente para aquellos que no conocen a Jesús, la preocupación y la ansiedad formará parte de sus vidas. Pero para aquellos que le han entregado sus vidas a Él, Jesús les promete: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28, entonces, ¿quieren preocuparse menos? Es necesario que dejen a un lado la ansiedad y se detengan en la reflexión y en la confianza que da la oración. Recuerda que Dios tiene cuidado de nosotros y por lo tanto al final todo estará bien. Dios les Bendiga!