El libro de Jeremías.


 Queridos amig@s! Continuamos con nuestro estudio bíblico hoy les hablamos del libro de Jeremías que es un libro del Antiguo Testamento que se clasifica entre los profetas mayores y que lleva el nombre de su autor, el profeta JEREMÍAS, quien ejerció su ministerio en Judá.
Estructura Del Libro
Jeremías tiene 52 capítulos, lo que lo hace uno de los libros más grandes de la Biblia. Básicamente, la primera mitad (caps. 1-25) contiene las profecías de Jeremías en cuanto al castigo que en breve enviará Dios contra Judá por causa de su pecado e idolatría. La segunda mitad (caps. 26-52) contiene algunas profecías, pero el principal énfasis es en Jeremías y sus conflictos con los reyes que gobernaron Judá durante su ministerio. También incluye cerca del final del libro un informe sobre la caída de Jerusalén y los últimos días de Judá como nación (caps. 39-41; 52), además de mencionar la huida a Egipto con otros ciudadanos después de la caída (caps. 42-44).
Por lo que respecta al orden cronológico de sus varias predicciones, el libro de Jeremías es sumamente difícil de ordenar. Aproximadamente la mitad del libro es poesía que consiste en oráculos sobre la calamidad que se avecina, y los lamentos del profeta por ser portador de malas nuevas. Las secciones en prosa, por otra parte, son pasajes narrativos, principalmente de tipo biográfico, aunque también aparecen en ellos algunos discursos proféticos.
El TEXTO MASORÉTICO de Jeremías es mucho más largo que el de la SEPTUAGINTA. Esta omite como la octava parte del contenido que aparece en el texto masorético; a veces omite palabras aisladas, pero en ocasiones omite frases, oraciones y hasta pasajes extensos (por ejemplo, 33.14-26; 39.44-13; 51.44b-49a; y 52.27b-30). También hay variantes en cuanto al orden del material. Merece especial atención la posición relativa de los oráculos contra las naciones. En el texto masorético estos aparecen al final del libro, mientras que en la Septuaginta se han intercalado entre 25.13 y 25.15, y se omite por completo el v. 14.
No hay al presente consenso respecto a la razón de estas divergencias. Unos opinan que tienen su origen en ediciones sucesivas de las obras debidas al propio Jeremías; otros, que el traductor omitió algunos pasajes, especialmente cuando estos estaban repetidos en el original hebreo; otros, que los materiales adicionales que aparecen en el texto masorético son glosas secundarias; todavía otros, que la Septuaginta es traducción de otro texto distinto del texto masorético. Estas opiniones y otras por el estilo manifiestan que en el estado actual de la investigación no tenemos evidencia que nos permita hallar una solución.
JEREMÍAS:
Un bosquejo para el estudio y la enseñanza
Primera parte: El llamado de Jeremías (1.1-19)
I. Llamado de Jeremías 1.1-10
II. Señales de Jeremías 1.11-16
III. Certeza de Jeremías 1.17-19
I. La condenación de Judá 2.1-25.38
Segunda parte: Las profecías a Judá (2.1-45.5)
II. Los conflictos de Jeremías 26.1-29.32
III. La futura restauración de Jerusalén 30.1-33.26
IV. La presente caída de Jerusalén 34.1-45.5
I. Profecías contra Egipto 46.1-28
Tercera parte: Las profecías a los gentiles (46.1-51.64)
II. Profecías contra Filistea 47.1-7
III. Profecías contra Moab 48.1-47
IV. Profecías contra Amón 49.1-6
V. Profecías contra Edom 49.7-22
VI. Profecías contra Damasco 49.23-27
VII. Profecías contra Cedar y Hazor 49.28-33
VIII. Profecías contra Elam 49.34-39
IX. Profecías contra Babilonia 50.1-51.64
I. La captura de Jerusalén 52.1-11
Cuarta parte: La caída de Jerusalén (52.1-34)
II. La destrucción de Jerusalén 52.12-23
III. El cautiverio a Babilonia 52.24-30
IV. Se libera a Joaq
Autor Y Fecha
La historia del profeta Jeremías cubre un lapso de casi cincuenta años, desde su llamado en 627 a.C. (1.1; 25.3, 'el año trece de Josías') hasta sus oráculos en Egipto poco después de la tercera deportación a Babilonia en 582 a.C. (43.8-13; 44).
Jeremías es el profeta de cuya vida e intimidad más se conoce. Era hijo del sacerdote Hilcías y descendiente de Abiatar (cf. 1 R 2.26s), quien a su vez era descendiente de Elí, el sacerdote de Silo en tiempos premonárquicos. Su llamado, a temprana edad (1.4-10), confirma en él una profunda vocación.
Con él, la conciencia profética alcanzó su nivel más alto, y se expresó como un constante estar 'en la presencia de Dios'. Con un temperamento profundamente emotivo como el suyo, y en las condiciones trágicas de su pueblo, la comunión con Dios es una lucha. Jeremías es tierno y sensible por naturaleza, pero su vocación profética lo obliga a una constante denuncia de la desobediencia, idolatría y rebeldía de su pueblo. Declara la destrucción de Judá frente a la fallida reforma deuteronómica bajo Josías. La agonía del ministerio del profeta se refleja en varios pasajes autobiográficos (8.18, 21; 9.1; 15.10; 20.14-18). (JEREMÍAS.)
Marco Histórico
Jeremías profetizó bajo cinco reyes, principalmente en Jerusalén, comenzando con JOSÍAS (640-609 a.C.), quien a partir de 627 repudió la política de sumisión a Asiria introducida por su abuelo MANASÉS (687-642 a.C.). Seis años después, a raíz del descubrimiento del LIBRO DE LA LEY durante las reparaciones del Templo de Jerusalén, Josías lanzó la REFORMA DEUTERONÓMICA (612 a.C.), que resultó en la purificación del culto y el repudio de las costumbres cananeas (2 R 23). Al principio Jeremías apoyó la reforma (11.1-8), pero la hipocresía de los líderes religiosos y del pueblo le llevó a repudiarla (8.8-12), y a anunciar finalmente el advenimiento de un Nuevo Pacto basado en una ley escrita no en un libro, sino el corazón del pueblo (31.31-34).
Al morir Josías en la batalla de MEGUIDO, le sucedió su hijo JOACAZ, también llamado Salum (22.11), quien reinó apenas tres meses hasta que le depuso el faraón NECAO II (2 R 23.31-33). Este puso en el trono a otro hijo de Josías, Eliaquim (también llamado JOACIM, 2 R 23.34; 2 Cr 36.3, 5).
Durante el reinado de Joacim (607-597 a.C.), NABUCODONOSOR, príncipe heredero de Babilonia, derrotó a Egipto en la batalla de CARQUEMIS (605 a.C., cf. Jer 46). Ese mismo año ascendió al trono, y dominó prontamente toda la región (25.15ss), inclusive la ciudad filistea de ASCALÓN (47.5-7; Sof 2.4-7), que capturó en 604 a.C. Por tres años Judá pagó tributo a Babilonia, pero cuando Nabucodonosor fracasó en su intento de invadir Egipto en 601 y las tropas babilónicas regresaron a Mesopotamia, Joacim creyó que era el momento oportuno para revelarse contra el Imperio y se negó a pagar tributo (2 R 24.1ss). Tres años después Nabucodonosor, habiendo restaurado su ejército, marchó a Judá para poner fin a la rebeldía.
Jerusalén cayó el 16 de marzo de 597. Para entonces ya Joacim había muerto (22.18; cf. 2 R 24.1ss) y le había sucedido su hijo JOAQUÍN (también llamado Conías, 22.24 o Jeconías, 24.1), un joven de dieciocho años que solo reinó tres meses (2 R 24.8), aunque según 2 Crónicas 36.9 tenía ocho años y reinó tres meses y diez días. Joaquín tuvo que rendirse y fue llevado cautivo a Babilonia junto con la reina madre, el harén, los cortesanos, la aristocracia, el ejército y la artesanía. Nabucodonosor saqueó tanto el templo como el palacio real y se llevó el botín a Babilonia (2 R 24.10-16).
En lugar de Joaquín, Nabucodonosor colocó en el trono de Judá a Matanías, el hijo menor de Josías, hermano de Joacaz y medio hermano de Josías, a quien se puso por nombre SEDEQUÍAS, y quien gobernó por once años del 597 al 587 a.C. (37.1; 2 R 24.17s). Durante su gobierno se dividió la opinión popular. Unos, como el profetas Hananías Ben Azur, favorecían al rey cautivo. Otros, como Jeremías, rechazaban a Joaquín y aconsejaban someterse a Babilonia (22.24-30). A lo largo de su reinado, Sedequías vaciló entre ambas posiciones, situación que se agravó porque el cuerpo diplomático y los oficiales del gobierno habían sido llevados al cautiverio.
Cuando en 591 Sedequías dejó de pagar tributo a Babilonia, los ejércitos de Babilonia pusieron sitio a Jerusalén. El asedio duró dos años. En julio de 587 los caldeos abrieron brecha en los muros e irrumpieron en la ciudad. Sedequías fue capturado mientras trataba de escapar. Lo llevaron prisionero al cuartel general de Nabucodonosor, quien pasó sentencia sobre el infortunado monarca: degollar a sus hijos en su presencia, sacarle los ojos y llevarlo encadenado a Babilonia, donde murió (2 R 25.1-7).
Al mes siguiente, en agosto de 587, por órdenes de Nabucodonosor, los caldeos quemaron Jerusalén, incluso el templo y el palacio real, y arrasaron los muros de la ciudad. A los que habían sobrevivido el sitio y la conquista se los llevaron a Babilonia (2 R 25.18-11), con excepción de los líderes religiosos, militares y civiles, a quienes ejecutaron por órdenes de Nabucodonosor (2 R 25.18-21). Solamente quedaron en Jerusalén 'los pobres de la tierra', a quienes se les distribuyeron las tierras (2 R 25.12; Ez 11.15). Nabucodonosor nombró a GEDALÍAS Ben Ahicam Ben Safán (sobre la tierra), pero no se sabe cuál era su título oficial (40.7; 2 R 25.22). RVR le llamaba gobernador, pero esta designación no tiene base en el texto hebreo.
El monarca babilonio trató bondadosamente a Jeremías, pero el profeta rehusó la oferta de ir a Babilonia. Prefirió quedarse con los que permanecieron en Judá bajo el gobernador Gedalías (40.1-6). Poco tiempo después, Ismael Ben Netanías Ben Elisama, un descendiente de David, pero no de la línea de los reyes de Judá, encabezó un pequeño grupo de conspiradores quienes tras de cenar con Gedalías lo asesinaron así como a la guarnición caldea que le servía (40.13-41.9). Entonces, temerosos de las represalias de Nabucodonosor, muchos de los judíos que quedaban en Judá huyeron a Egipto, donde hallaron refugio entre los judíos que desde hacía mucho tiempo vivían en las riberas del Nilo (43.4-7).
No tardó Judá en sentir el furor de la ira de Nabucodonosor. En 582 un tercer grupo de judíos fue deportado a Babilonia.
Jeremías estuvo entre los que huyeron a Egipto tras el asesinato de Gedalías (42.1-43.7). Allí se pierde su historia. Lo último que sabemos de él es que ministraba a los refugiados, anunciaba que Egipto caería (43.8-13) y reprendía a su pueblo por su persistencia en la idolatría (44.1ss).
Aporte a La Teología
El mayor aporte teológico de Jeremías fue su concepto del nuevo PACTO (31.31-34). Era necesario un nuevo pacto entre Dios y su pueblo porque este último había violado el anterior. Se necesitaba un pacto nuevo, un pacto de gracia y perdón escrito en el corazón humano, más que un pacto legal grabado en piedra.
Jeremías veía en lontananza el amanecer de una era de gracia en la persona de Jesucristo. Desde ese día 'no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado' (31.34). Tan importante es Jeremías 31.31-34 en la teología bíblica que es el pasaje más largo del Antiguo Testamento que se cita en el Nuevo Testamento (Heb 8.8-12).
Otros Puntos Importantes
Jeremías fue un maestro en el arte de utilizar figuras de dicción y lecciones objetivas para hacerse entender. En una ocasión se puso un yugo en el cuello para decir al pueblo de Judá que debían someterse a la inevitable dominación babilónica pagana (27.1-12). Observó a un alfarero rehacer una vasija que se le había dañado y convertirla en una pieza perfecta. Aplicó esta lección a Judá, nación que necesitaba someterse a la voluntad del Divino Alfarero mientras tuviera tiempo de hacerlo, para evitar que Dios la castigara (18.1-11).
Pero quizás la más singular lección objetiva que les dio fue comprar una heredad en Anatot, como cinco kilómetros al nordeste de Jerusalén. Sabía que esa heredad no valdría nada cuando los babilonios se apoderaran de Jerusalén. Con la compra expresaba su esperanza futura. Un día Dios restauraría la nación y volverían a adorar en el templo. Dios le pidió al profeta que pusiera la carta de venta en una vasija de barro para que se conservara, pues un día volverían a comprarse casas, heredades y viñas en aquella tierra (32.15). 

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