El libro de los salmos.
En la sinagoga los judíos usan el nombre tehillim ('himnos') o tefilot ('oraciones'). Ambos nombres sirven como título apropiado, aunque no encajan, según su carácter, con todos los peomas coleccionados en el salterio.
Estructura Del Libro
El salterio consta actualmente de ciento cincuenta salmos, pero debe reconocerse que tal número no refleja precisamente la realidad. Es evidente que el Sal 14, con muy pequeñas variantes, es idéntico al 53; que el 70 es una repetición literal de 40.13-17, y que el 108 se compone de 57.8-11 y 60.7-12. La ordenación numérica en el texto masorético no concuerda con la de la Septuaginta, porque esta une los Sal 9 y 10 en uno e igualmente 114 y 115. Por otra parte, la Septuaginta, también subdivide 116 y 147, cada uno en dos himnos independientes. Esto explica la diferente numeración de algunas versiones. La Vulgata y también versiones modernas de la iglesia católica siguen en este aspecto a la Septuaginta. Hay casos, sin embargo, donde ni la tradición del texto masorético ni la de la Septuaginta parecieran ser correctas; p. ej., el hecho de que en ambas los Sal 42 y 43 aparecen como independientes cuando originalmente deben haber sido uno solo, como lo comprueba el refrán de 42.5 que se repite en 42.11 y 43.5.
Los Salmos se dividen actualmente en cinco libros, probablemente por analogía con el Pentateuco, y cada libro termina con una doxología. El primer libro contiene los Sal 1-41, el segundo 42-72, el tercero 73-89, el cuarto 90-106 y el quinto 107-150. En este último libro todo el Sal 150 representa la doxología final. Esta agrupación no es cronológica y su importancia es más bien secundaria. Observamos, por ejemplo, que en el centro hay un grupo, el de los Sal 42-83, que por el uso constante del nombre divino Elohim puede figurar como el 'salterio elohístico'. En los primeros libros predominan los salmos de David, pero los hay dispersos también en los restantes libros, por ejemplo, el Sal 110, citado por Jesús como salmo de David.
Algunos salmos forman pares por la semejanza de su contenido, como 3 y 4; 9 y 10. Los Sal 111 y 112 fueron juntados por ser ambos alfabéticos. Por otra parte, se agruparon los compuestos por un mismo autor, como los salmos de los hijos de Coré (42-49), y los de Asaf (73-83). Con Sal 56 comienza un grupo de cinco que se titulan Mictam, término técnico todavía no esclarecido, y como 'canciones de subidas' figura el grupo de los Sal 120-134, que los peregrinos cantaban al dirigirse a Jerusalén para asistir a las grandes fiestas culturales. Tanto en el cuarto como en el quinto libro predomina el nombre Jehová; en el primero de estos aparece ciento tres veces y nunca aparece Elohim. El final del salterio lo forman los cinco salmos de 'Aleluya'. De todo esto resulta que la agrupación de los salmos y su distribución obedece a distintos criterios, pero es indudable que la formación de este himnario se comenzó en los tiempos de David. Según 2 Cr 23.18, durante el reinado de Josías había una colección de los salmos de David.
El siguiente paso para comprender mejor el proceso de la agrupación de los Salmos puede ser este: el primer libro (1-41) se presenta como una colección escrita por David, con excepción de 1 y 2 que son anónimos y forman la introducción. El segundo libro se inicia con ocho salmos de David, y en él son anónimos el 66, 67 y 71, el 50 se le atribuye a ASAF y el 72, según el título, se le atribuye a Salomón. Las palabras finales de este último, 'Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí', indican que, según la opinión del redactor final, lo precedente es el himnario compuesto y arreglado por David, y los siguientes son suplementos confeccionados por otros autores y en otras épocas.
El tercer libro, que es el primero de estos suplementos (73-89) contiene composiciones de poetas levíticos. Estas son: once salmos de Asaf, contemporáneo de David (y bajo su nombre podemos incluir también a sus descendientes), cuatro de los hijos de Coré, uno de Etán y uno (86) de David.
Si los primeros dos libros pueden llamarse 'el salterio de David' y el tercero, es decir el primer suplemento, 'el salterio de Asaf' (aunque varios de sus autores hayan vivido después de Asaf), estos podrían ser los libros a que se refiere el cronista (2 Cr 29.30): 'Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y Asaf vidente'.
Queda un problema difícil de explicar: ¿Por qué David no incluyó en su propio salterio sus dieciocho salmos repartidos ahora en los últimos dos suplementos. Sin embargo, no es posible negar la paternidad davídica de estos salmos sencillamente porque no figuran en el salterio propio de David. Solo se sabe que redactores posteriores lo incluyeron en estos suplementos finales. El segundo de los tres suplementos (90-106) consiste (además del Sal 90) de catorce himnos relativamente cortos, que son los himnos para la mañana y la tarde de una semana, y tres más largos, en su mayoría anónimos, que probablemente datan de la época de Jeremías (ca 600 a.C.).
El último suplemento, que quizá se redactó después del cautiverio (107-150), se agrupa alrededor del salmo alfabético 119, el cual contiene veintidós estrofas de ocho versículos cada una, las cuales comienzan con una letra respectiva del alfabeto hebreo, que a su vez tiene veintidós letras. Este salmo va precedido por seis de alabanzas (113-118) para fiestas litúrgicas, los cuales todavía los judíos ortodoxos repiten en la tarde de la Pascua, y seguido por quince canciones de subidas (120-134) destinadas para las peregrinaciones anuales a Jerusalén. Estos tres grupos están enmarcados por los salmos alfabéticos (111 y 112) y los levíticos (135-137), pero el marco se completa primero por los salmos de David (108-110; 138-145) y finalmente por el salmo del regreso (107) y los cinco de Aleluya (146-150). Los Sal 126 y 137, que son del cautiverio, demuestran que este tercer suplemento (el quinto libro del salterio) fue el último en componerse.
SALMOS:
I. Himnos de alabanza y liturgias
Salmo 8: La gloria del Señor está en toda la tierra
Un bosquejo para el estudio y la enseñanza
Salmos 14, 53: Para vergüenza de los impíos, el Señor restaura a su pueblo
Salmo 15: Solamente los piadosos podrán habitar con el Señor
Salmo 19: El Señor se revela en su mundo y en su Palabra
Salmo 24: El Señor es el Rey de Gloria
Salmo 29: La voz del Señor es poderosa y majestuosa
Salmo 33: El Señor es soberano en la creación y en la historia
Salmo 46: Dios es la poderosa fortaleza de su pueblo
Salmo 47: Dios es el gran Rey sobre toda la tierra
Salmo 48: Dios es el gran Rey en Sion
Salmo 50: Dios es el juez justo de su pueblo
Salmo 65: Dios salva y sostiene a su pueblo
Salmo 67: Que todos los pueblos alaben a Dios
Salmo 68: Dios es la fortaleza y el poder de su pueblo
Salmo 75: Canten alabanza a Dios por su juicio justo
Salmo 76: Dios es majestuoso cuando juzga
Salmo 78: Dios guía a su pueblo aun cuando se extravía
Salmo 81: Dios quiere que su pueblo lo alabe y lo obedezca
Salmo 82: Dios heredará todas las naciones
Salmo 84: Los que habitan en la casa de Dios son bendecidos
Salmo 85: La salvación de Dios está cerca de los que le temen
Salmo 87: La ciudad de Dios es gloriosa
Salmo 93: El Señor nuestro Rey está vestido de majestad
Salmo 95: El Señor es el gran Rey sobre todos los dioses
Salmo 96: El Señor nuestro Rey es grande y se le debe mucha alabanza
Salmo 97: El Señor nuestro Rey está exaltado sobre todos los dioses
Salmo 98: El Señor nuestro Rey salva y juzga
Salmo 99: El Señor nuestro Rey es santo
Salmo 100: Agradézcanle al Señor y alaben su nombre
Salmo 101: Caminen delante de Dios con corazón perfecto
Salmo 103: Alaben al Señor por todos sus beneficios
Salmo 104: El Señor provee todo lo que sus criaturas necesitan
Salmo 105: El Señor siempre es fiel a su pueblo
Salmo 106: El Señor salvó a su pueblo una y otra vez
Salmo 111: El Señor siempre es fiel a su pacto
Salmo 113: Alaben el nombre del Señor
Salmo 114: Dios sacó a Israel de Egipto mediante su milagroso poder
Salmo 115: Los ídolos no son nada pero el Señor lo es todo
Salmo 117: Que todos los pueblos alaben al Señor
Salmo 118: Alaben al Señor por su maravillosa salvación
Salmo 119: Alaben al Señor por su maravillosa Palabra
Salmo 121: Nuestra ayuda viene solamente del Señor
Salmo 122: Alegraos cuando vayáis a la casa del Señor
Salmo 123: Buscad la misericordia del Señor
Salmo 124: El Señor está de parte de su pueblo
Salmo 125: El Señor rodea a su pueblo con su protección
Salmo 126: El Señor saca a su pueblo del cautiverio
Salmo 129: El Señor vence a los enemigos de su pueblo
Salmo 134: Que todos los siervos del Señor lo alaben
Salmo 135: El Señor hace lo que quiere
Salmo 136: La misericordia del Señor dura para siempre
Salmo 145: Alaben el nombre del Señor para siempre
Salmo 147: Alaben al Señor por su Palabra sustentadora
Salmo 148: Alaben al Señor desde los cielos y desde la tierra
Salmo 149: Que el pueblo del Señor le cante alabanzas
Salmo 150: Que todo lo que tiene aliento alabe al Señor
II. Lamentos individuales y colectivos
Salmo 3: Señor, levántate y sálvame
Salmo 4: Dios, apiádate de mí y escucha mi oración
Salmo 5: Señor, escucha la voz de mi lamento
Salmo 6: Sáname, Señor
Salmo 7: Señor, sálvame de todos los que me persiguen
Salmo 9: Levántate, Señor, no permitas que prevalezca el ser humano
Salmo 10: Señor, ¿por qué estás tan lejos?
Salmo 11: El Señor prueba a los justos
Salmo 12: Que el Señor destruya la lengua jactanciosa
Salmo 13: Señor, ¿por cuánto tiempo esconderás tu rostro de mí?
Salmo 17: Señor, libra mi vida de los malvados
Salmo 22: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Salmo 25: Dios mío, no dejes que los enemigos triunfen sobre mí
Salmo 26: Vindícame, Señor
Salmo 27: No me dejes ni me abandones, Dios de mi salvación
Salmo 28: Señor mi roca, no te quedes callado
Salmo 31: Señor, que jamás sea avergonzado
Salmo 35: Señor, lucha contra los que luchan contra mí
Salmo 36: No hay temor de Dios ante la vista de los malvados
Salmo 38: Señor, no me reprendas en tu furor
Salmo 39: Señor, no te quedes callado ante mis lágrimas
Salmo 41: Señor, ten misericordia de mí y levántame
Salmo 42: Alma mía, ¿por qué estás abatida?
Salmo 43: Dios, defiende mi causa contra una nación impía
Salmo 44: Dios, redímenos por tus misericordias
Salmo 51: Dios, borra mis transgresiones
Salmo 52: Hombre poderoso, ¿por qué te glorías en el mal?
Salmo 54: Dios, sálvame por tu nombre
Salmo 55: Dios, no te escondas de mi súplica
Salmo 56: Dios, derriba en tu furor a los pueblos
Salmo 57: Apiádate de mí, Dios, apiádate de mí
Salmo 58: El veneno de los malvados es como el veneno de una serpiente
Salmo 59: Líbrame de mis enemigos, Dios mío
Salmo 60: Dios, Tú nos has desechado
Salmo 62: Mi alma, solamente espera en silencio por ti
Salmo 64: Dios, te buscaré temprano
Salmo 69: Sálvame, Dios, porque la aguas me han llegado hasta el cuello
Salmo 70: Apresúrate, Dios, a socorrerme
Salmo 71: Señor, que jamás sea avergonzado
Salmo 74: Dios, ¿por qué nos has echado para siempre?
Salmo 77: ¿Acaso Dios se ha olvidado de ejercer gracia?
Salmo 79: Dios, las naciones han arruinado a Jerusalén
Salmo 80: Restaúranos, Señor Dios de las huestes
Salmo 83: Dios, no guardes silencio
Salmo 86: Escúchame, Señor, porque estoy necesitado y soy pobre
Salmo 88: Señor, he llorado ante ti de día y de noche
Salmo 90: Señor, hemos sido consumidos por tu ira
Salmo 94: Señor, ¿por cuánto tiempo triunfarán los malvados?
Salmo 102: Señor, respóndeme rápidamente
Salmo 108: Dios, ¿acaso no eres tú el que nos desechó?
Salmo 109: No te quedes callado, Dios de mi alabanza
Salmo 120: En mi aflicción clamé al Señor
Salmo 130: Señor, de lo profundo te he llamado
Salmo 137: Lloramos, en las orillas de los ríos de Babilonia, al recordar a Sion
Salmo 140: Líbrame, Señor, de los malvados
Salmo 141: Señor, guarda mi boca
Salmo 142: Con mi voz clamo al Señor
Salmo 143: Revíveme, Señor, por amor a tu nombre
III. Cánticos individuales de agradecimiento
Salmo 23: El Señor es mi pastor
Salmo 30: Te exaltaré, Señor, porque me has levantado
Salmo 32: Bendito aquel cuya transgresión es perdonada
Salmo 34: Bendeciré al Señor en todo momento
Salmo 40: El Señor ha puesto un nuevo cántico en mi boca
Salmo 66: Toda la tierra, aclame a Dios con alegría
Salmo 92: Es bueno darle gracias al Señor
Salmo 107: Que lo digan los redimidos del Señor
Salmo 116: Amo al Señor porque ha escuchado mi voz
Salmo 138: Te alabaré con todo mi corazón
Salmo 139: Pruébame, Dios, y conoce mi corazón
Salmo 146: Cantaré alabanzas a mi Dios mientras viva
IV. Salmos reales
Salmo 2: Él me ha dicho: 'Eres mi hijo'
Salmo 18: El Señor da mucha liberación a su rey
Salmo 20: Ahora sé que el Señor salva a su ungido
Salmo 21: Señor, el rey se deleitará en tu fortaleza
Salmo 45: Tu trono, Dios, es para siempre
Salmo 61: Dios prolongará la vida del rey
Salmo 63: El rey se regocijará en Dios
Salmo 72: Dios, dale tus juicios al rey
Salmo 89: Nuestro rey le pertenece al Santo de Israel
Salmo 110: El Señor le dijo a mi Señor: 'Siéntate a mi diestra'
Salmo 132: Señor, recuerda a David y todas sus aflicciones
Salmo 144: Bendito sea el Señor roca mía, que adiestra mis manos para la guerra
V. Salmos de confianza y sabiduría
Salmo 1: El deleite de los justos es la Ley del Señor
Salmo 16: Bendeciré al Señor que me ha dado consejo
Salmo 37: Confía en el Señor y haz el bien
Salmo 49: Mi boca hablará sabiduría
Salmo 73: He puesto mi esperanza en el Señor
Salmo 91: El Señor es mi refugio y mi fortaleza
Salmo 112: Bendito aquel que teme al Señor
Salmo 127: Los niños son la herencia del Señor
Salmo 128: Bendito aquel q
Autor Y Fecha
Según los epígrafes del texto hebreo, setenta y tres salmos se atribuyen a David, dos a Salomón (72 y 127), doce a Asaf (ya se mencionó que en este nombre deben incluirse también sus descendientes), once a los hijos de CORÉ, y uno a cada uno de los siguientes: Moisés, Etán, HEMÁN y JEDUTÚN. De los restantes cuarenta y nueve salmos anónimos, la Septuaginta atribuye doce más a David y otros a Jeremías, Hageo y Zacarías. Según 1 Cr 16, también los salmos anónimos 96 y 105 son de David, y lo mismo considera el Nuevo Testamento (Hch 4.25 y Heb 4.7) respecto de los salmos anónimos 2 y 95.
La mayoría de los críticos tendían hasta hace poco a restar crédito a los títulos que se han conservado en los salmos y atribuían la mayoría de los salmos al tiempo de los macabeos. Wellhausen dudaba que hubiera un solo salmo escrito antes del cautiverio. Pero su tesis de que cada himno del salterio es posterior al cautiverio, porque Salmos fue el himnario de la congregación israelita posterior al cautiverio, ya es considerada insostenible. Se ha hecho general considerar que la mayoría de los salmos, especialmente los individuales, existían ya antes del cautiverio. Por lo menos, se admite la probabilidad de que ca. 300 a.C. el libro ya estaba terminado.
También el argumento de que los salmos con términos como 'santuario', 'casa de Jehová', 'templo de Jehová' no podrían ser de David, porque el templo se construyó después de David, ha resultado inválido. Se sabe que los términos mencionados no solamente se refieren al templo sino también al tabernáculo, de modo que en estos salmos puede tratarse de tales referencias. Nada obstaculiza, entonces, la aceptación de los títulos que atribuyen estos salmos a David. Es innegable que este era poeta y músico (1 S 16.18; 2 S 1.17ss; 3.33ss; 6.15; 23.1ss; Am 6.5) y que según la tradición histórica tuvo una destacada actuación en el arreglo musical del culto (1 Cr 13.8; 15.16-24; 16.4; 23.5; 25.2; 2 Cr 23.18; 29.15-30; Esd 3.10; Neh 12.24).
Una prueba más son los epígrafes mismos de muchos de los salmos. Algunos de ellos apuntan a la circunstancia histórica que motivó la escritura de algunos salmos y los detalles al respecto los confirman los libros de Samuel. En muchos casos la descripción corresponde a una circunstancia concreta en la vida de David, la cual armoniza ampliamente con el contenido de los respectivos salmos.
Marco Histórico
Algunos de los salmos que David escribió son fruto de experiencias reales. Por ejemplo, al Salmo 3 se le llama 'Salmo de David, cuando huía de delante de Absalón su hijo' (véanse también 51, 52, 54, 56, 57, 59).
Pero otros parecen ser salmos generales que no surgieron necesariamente de un hecho determinado (53, 55, 58). Conocer el marco histórico de un salmo puede ayudar al estudiante a interpretarlo correctamente y aplicarlo a la vida diaria.
Aporte a La Teología
Pudiéramos decir que los salmos son una descripción de la manera en que respondemos a Dios. A veces se presenta a Dios en plena majestad y gloria. Nuestra respuesta entonces es de asombro, sobrecogimiento y temor: 'Reinos de la tierra, cantad a Dios' (68.32). Pero otros salmos pintan a Dios como Señor amante que participa en nuestra vida. Nuestra tendencia en ese caso es acercarnos a su solaz y amparo: 'No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo' (23.4).
Dios es el mismo en ambos salmos. Pero nuestra reacción ante Él se ajusta a nuestras circunstancias.
Otros salmos pudieran catalogarse mejor como clamores contra Dios y las circunstancias que como respuesta a la percepción de su gloria y presencia. El salmista reconoce que a veces siente que Dios y sus amigos lo han abandonado (88). Sufre por las calumnias que lanzan contra él sus acusadores (109). Entonces invoca a Dios para que los arrase con su ira (59). No importa lo que digamos sobre los salmos, hay que reconocer que presentan la realidad del corazón humano, la manera en que a veces reaccionamos ante los problemas y las injusticias de la vida.
Pero aun en estos fuertes salmos de lamentación, el salmista nunca se entrega a la desesperación. El hecho de que lancemos protestas a Dios es demostración de esperanza en Dios y su sentido de la justicia. Esto tiene un importante mensaje para todos los creyentes. Podemos expresarle a Dios todos nuestros sentimientos, por negativos o llenos que reproches que sean. Y podemos estar totalmente seguros de que nos oirá y nos comprenderá. El salmista nos enseña que la oración más profunda es el grito que lanzamos cuando nos encontramos abatidos por los problemas de la vida.
Los salmos hablan mucho de la persona y obra de Jesucristo. El Salmo 22 contiene una extraordinaria profecía de la crucifixión del Señor. Jesús citó este salmo al morir en la cruz (Sal 22.1; Mt 27.46; Mc 15.34). Otras profecías mesiánicas de los salmos que se cumplieron en la vida de Cristo son: sería un sacerdote del tipo de Melquisedec (Sal 110.4; Heb 5.6), oraría por sus enemigos (Sal 109.4; Lc 23.34), y su trono sería eterno (Sal 45.6; Heb 1.8).
Otros Puntos Importantes
Partiendo de los tipos de salmos conocidos en otras religiones, algunos eruditos, empezando con Hermann Gunkel, han identificado géneros parecidos en el Antiguo Testamento. Hoy es común reconocer los siguientes géneros:
Lamentaciones o súplicas
Este (y no los himnos de alabanza) es el género que domina el libro de Salmos (a pesar del título del libro). En este género un individuo o la comunidad expone su sufrimiento ante Dios, y se refiere a enfermedad, opresión de enemigos, guerras, peste, hambre, sequía, destierro, pérdida de la presencia de Dios y muerte: todo lo que puede indicar la ira de Dios sobre el pecador. Pero también a veces hay apelaciones por inocencia e insistencia en que el sufrimiento no siempre es por causa del pecado humano y la ira divina (Sal 44; 69; 73). La estructura de los salmos de este género no es invariable, pero sus partes ordinarias son la queja, la petición y la conclusión. A veces se empieza o se termina con una nota de alabanza o acción de gracias. Las súplicas individuales son: Sal 5; 6; 7; 9; 10; 13; 17; 22; 25; 26; 28; 31; 35; 36; 38; 39; 42; 43; 51; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 63; 64; 69; 70; 71; 86; 88; 102; 109; 130; 140; 141; 142; 143. Las súplicas colectivas son Sal 12; 44; 58; 60; 74; 77; 79; 80; 83; 85; 90; 94; 106; 108; 123; 126.
Himnos
Este es el género que le dio al libro su nombre, tal vez porque aun en las lamentaciones y súplicas la gloria y alabanza a Dios representan el fin de la oración (nótese cuántas súplicas terminan con alabanza o incluyen un voto de sacrificio y acción de gracias) o por la estructura misma del libro (con seis himnos al final, 145-150).
Los himnos son fáciles de identificar, pues cantan gozosamente la alabanza a Jehová. Además, tienen una estructura que usualmente consiste de introducción (una invitación a la alabanza), cuerpo (los motivos de la alabanza) y conclusión (invitación a la alabanza repetida). El gozo del salmista en su Dios es tal que tiene que expresarse, animando a otros a participar con él en la plenitud de vida. La alabanza es, pues, la expresión más alta de vida y amor, mientras que la ausencia de alabanza es característica de la muerte y del Seol (6.5; 30.9; 88.10-12; 115.17).
Los salmos acerca de la realeza de Jehová representan un tipo particular de himno (47; 93; 96-99), caracterizado por la expresión 'Jehová reina', que recalca el REINO DE DIOS sobre el mundo y la historia.
Otro tipo particular de himno son los 'cánticos de Sion' (Sal 46; 48; 76; 84; 87; 122; 137), que hacen hincapié en la elección y la hermosura de Jerusalén.
Los demás himnos son: Sal 8; 19; 29; 33; 100; 103; 104; 105; 111; 113; 114; 117; 135; 136; 145; 146; 147; 148; 149; 150.
Acciones de gracias
Las acciones de gracias puede ser individual (18; 30; 32; 34; 40; 41; 92; 107; 116; 138) o colectivas (65; 66; 67; 68; 118; 124), pero siempre celebran las misericordias recibidas de Jehová. No siguen una estructura definida, pero incluyen una narración que cuenta las penas sufridas y la acción salvadora de Dios.
Salmos de confianza
Estos pueden ser individuales (3; 4; 11; 16; 23; 27; 62; 121; 131) o colectivos (115; 125; 129) e incluyen algunos de los salmos más apreciados. Es el único género que no encuentra paralelo en las religiones de los pueblos vecinos de Israel. Este hecho seguramente se debe a la revelación singular de Dios atestada en su PACTO. Así que la fe o confianza viene (como testifica Pablo) por la palabra revelada (Ro 10.17). La Reforma empezó cuando Lutero en su estudio de los Salmos (1513-15 d.C.) aprendió el significado bíblico de la fe y de la JUSTICIA, y comprendió la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la JUSTIFICACIÓN por la fe.
Salmos reales
Estos son 2; 20; 21; 45; 72; 89; 110; 132; 144. Todos tienen en común el motivo del rey y representan varias circunstancias en la vida de los reyes que gobernaron en Judá (o, en el caso del Sal 45, en Israel). Hablan de su coronación (2; 72), sus guerras (20; 21; 144), sus derrotas (89), sus bodas (45) y sus funciones cultuales (110; 132). Junto con el Sal 22, muchos de estos salmos reales cultivaron la esperanza mesiánica en Israel, puesto que ningún rey histórico pudo cumplir todas las descripciones y aspiraciones expresadas en estos salmos (especialmente 2; 45; 72; 110). Es por ello que (con tanta razón) muchos son citados en el Nuevo Testamento y en la interpretación tradicional de la iglesia como salmos mesiánicos. El lenguaje de estos salmos refleja muchas veces el estilo hiperbólico de las cortes en los grandes imperios paganos. El Espíritu Santo guió a los autores humanos a utilizar este lenguaje en el contexto de la vida israelita, para demostrar que las afirmaciones sobre la deidad del rey (Sal 45.6) y el logro de un reino universal y eterno (Sal 2; 72) solo podrían cumplirse literalmente en la venida del Mesías.
Por supuesto, después de la promesa de Dios a David (2 S 7), los israelitas no sabían cuál hijo de David sería el rey que cumpliría las promesas mesiánicas.
Salmos didácticos o sapienciales
Este género (Sal 1; 37; 49; 73; 78; 91; 101; 112; 119; 127; 128; 133; 139) es muy semejante al de los libros sapienciales del Antiguo Testamento, tanto en sus temas predilectos (la ley, la felicidad verdadera, la retribución) como en su estilo. Representan más instrucción que oración y nos hacen recordar que la Palabra de Dios es la base de la oración eficaz (Jn 15.7).
Enseñanzas proféticas
Estas incluyen Sal 14(// 53); 50; 52; 75; 81; 82; 95; y, como los sapienciales, representan más enseñanza que oración. Pero en estos casos los énfasis y los estilos son más parecidos a los oráculos de los PROFETAS.
Salmos litúrgicos
Los Salmos 15; 24; 134 tienen un carácter dialogal y se limitan obviamente al CULTO.
Salmos imprecatorios
Para muchos lectores modernos el problema más agudo en los Salmos lo constituyen los textos donde el autor pide que Dios castigue a sus enemigos, pues pareciera que Cristo supera esta actitud cuando pide perdón para sus enemigos (Lc 23.34) y enseña que sus discípulos hagan lo mismo (Mt 5.44; Lc 6.28; cf. Hch 7.60). Sin embargo, es importante notar que Cristo y sus apóstoles también insistieron en el carácter santo, justo y veraz de Dios (Jn 1.5; cf. 4.8, 16). El hombre que rechaza el perdón y persiste en el pecado, inevitablemente sufre el juicio de Dios (Ro 2.5-11; Gl 6.7), y aun el cristiano que ora 'santificado sea tu nombre, venga tu reino', también está pidiendo (en forma general) que Dios juzgue a los que persisten en el pecado (Mt 13.40-43, 47-49; Ap 11.15-19). Solo a la luz del cumplimiento escatológico del juicio divino sobre los enemigos de Dios el cristiano no reclama la retribución en esta vida (2 Ti 4.14).
Es importante notar también que los salmos imprecatorios representan un avance muy marcado sobre la práctica de la VENGANZA personal e injusta (Gn 4.23, 24) o aun sobre el castigo legal y justo (Éx 21.24). Son oraciones elevadas por verdaderos hombres que, acosados por enemigos implacables (Sal 56.57), resisten la tentación de la venganza personal por expresar en la presencia en la presencia del Dios justo la hostilidad personal (Lc 18.6-8).
Los salmos mismos muestran la excelencia de la oración por los enemigos (109.4, 5), y que la imprecación debe dirigirse particularmente contra el pecado y no contra los hombres (7.9). Por lo general, los salmistas solamente pedían que Dios cumpliera lo que había prometido en su PACTO (Gn 12.3; Sal 89.22, 23) y por medio de sus profetas (Sal 137.7-9; Is 13.16). La imprecación más ferviente y asombrosa probablemente sea la maldición que implora el salmista sobre los enemigos (109.6-20), y en el Nuevo Testamento se cita como escritura inspirada que se cumplió en la muerte de Judas (69.25; 109.8; Hch 1.15-20).
El cristiano no puede negar ni la INSPIRACIÓN divina ni la utilidad práctica de los salmos imprecatorios (Hch 1.16; 2 Ti 3.15-17). Sin embargo, esta conclusión no implica necesariamente que estos salmos deban aceptarse como la norma más alta de la oración. Dios inspiró los salmos para el uso de todo su pueblo en todo lugar y en toda época, y no sola para algunos pocos santos que siempre pueden superar los sentimientos de venganza con un amor perfecto (Ro 12.19-21). Además aun para el santo, los salmos imprecatorios pueden servir como estímulo para una vida más apegada a la justicia (2 Ti 3.16) y la evangelización agresiva (las cuales a menudo desatan persecución; Mt 5.10-12; 2 Ti 3.10-12).