Reflexión diaria.
Queridos amig@s! Hay dos días a la semana por los cuales nunca me preocupo, dos días despreocupados que permanecen libres de temor.
Uno de esos días es Ayer; ayer, con sus cuidados e inquietudes, con sus penas y dolores, con todas sus faltas, errores y desaciertos, ha pasado para siempre de manera irrevocable. No puedo deshacer nada de lo que hice, ni anular una sola palabra que pronuncié. Todo lo errado, lamentable y triste de mi vida que en él hay está en las manos del Señor.
A excepción de los recuerdos hermosos, del día que se fue, no tengo nada que ver con Ayer. ¡Fue mío! ¡Es para el Señor!
Y el otro día por el que no me preocupo es Mañana; mañana, con todas sus posibles adversidades, sus cargas, sus peligros, su gran promesa y su comportamiento deficiente, sus fracasos y errores, está tan fuera de mi dominio como su hermana muerta, Ayer. Es un día que pertenece a Dios. Su sol saldrá con esplendor, o tras una máscara de nubes, pero saldrá.
Hasta entonces, el mismo Amor y la misma Paciencia que sostuvieron Ayer, sostienen Mañana. A excepción de la esperanza que ilumina con su promesa el Hoy. Todo lo demás está bajo el cuidado seguro del Amor Infinito que nos regala Jesucristo. ¡Mañana es el día de Dios! ¡Será un gran día!
Lo que me queda a mi entonces es nada más que un día en la semana, Hoy.
¡Cualquier hombre puede pelear las batallas de Hoy! ¡Cualquier mujer puede llevar las cargas de un solo día! ¡Cualquier hombre puede resistir las tentaciones de Hoy! Oh, amigos, cuando nosotros obstinadamente añadimos las cargas de esas dos eternidades horribles, Ayer y Mañana, cargas que sólo el Dios Todopoderoso puede sostener, es entonces que nos debilitamos. No es la experiencia de Hoy la que enloquece a los hombres. Es el remordimiento por algo que sucedió Ayer, el terror de lo que Mañana puede revelar.
¡Esos días pertenecen a Dios! ¡Dejémoslos con Él!
Por consiguiente, ¡pienso y obro y me muevo nada más que un día a la vez! Es la manera fácil. Es el día que pertenece al hombre. Con diligencia avanzo en mi carrera y realizo mi tarea designada para ese Día que es el nuestro. El Dios que es todo poder y todo amor se hace cargo de Ayer y de Mañana.
“Mañana es el secreto de Dios, pero hoy le pertenece para que lo viva.” Todos los mañanas de nuestra vida tienen que pasar delante de Él antes que puedan llegar a nosotros.