Reflexión diaria.



Queridos amig@s! personalmente, cuando veo a una persona feliz, amable, sonriendo, con un semblante de paz… siempre pienso: qué suerte! le costará ser así todo el día? y, cuando puedo hablar con ella, descubro que su motivación diaria está en su interior. La felicidad no viene de fuera, de que todo esté bien o de que no tengamos problemas, sino de saber vivir. 


El apóstol Pablo nos lo dijo:”¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?” (1 Cor 6, 19) Aquí está el secreto de nuestra felicidad: ese Espíritu que habita en los que tienen fe. 

Espíritu que quiere ser nuestro maestro, nuestro guía, nuestro todo. El Espíritu Santo es el que despierta en nosotros la fe. Él es el que trabaja en nuestro interior.  Sus dones y sus frutos se manifiestan en nuestra vida. ¿De dónde nace el gozo, la paciencia, el amor, la mansedumbre, la bondad… ? Nacen en nuestro interior fruto del Espíritu Santo. 

La felicidad no está en que todos te quieran, te acepten, no te tengan envidia, cuenten contigo, te reconozcan… Jesús nos enseña que la felicidad está dentro de nosotros no fuera. 

El Espíritu Santo es el Amor entre el Padre y el Hijo. Es el Amor, que te da sus dones para poder entender la vida desde los ojos de un hijo de Dios. JESÚS concédenos el don de sabiduría y entendimiento para conocer a Dios; el don de consejo para poder dar una palabra al que te la pida; el don de fortaleza para aguantar en la prueba; el don de ciencia para descubrirle en la naturaleza y el don de temor de Dios para vivir en la gratuidad de ser un niño en los brazos de Cristo. Esto es lo que necesitamos para ser felices y lo tenemos, sólo necesitamos Creer!

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