Reflexión diaria.

 

Queridos amig@s! Daniel era un hombre sabio que servía a Dios en un país donde vivía como extranjero, fue llevado a servir a un rey obligado por un exilio. El rey, que no compartía su fe, deslumbrado por la fama de Daniel lo pide ayuda. El humilde Daniel le dice al rey que sólo Dios le puede ayudar, pero lo hará a través del consejo que le transmitirá Daniel. 
Desde nuestra perspectiva actual, el problema que tenemos los creyentes es el siguiente: no sabemos cómo lograr acceso al consejo o la ayuda de Dios. Vemos nuestras necesidades físicas como mucho más urgentes y nuestras riquezas celestiales como mucho más distantes. Nos alegramos por la salvación que se nos ha dado, pero eso no nos ayudará a tomar hoy esas vacaciones que tanto necesitamos. Nos entusiasma la perspectiva del cielo, pero eso no pagará la hipoteca de este mes. Nos emociona estar sentados con Jesús al lado del trono de Dios, pero eso no asegura la posición que necesitamos para avanzar en nuestra carrera. ¿O sí?
Todo depende de cómo veamos nuestras hipotecas y carreras. ¿Son herramientas para una vida agradable al Señor? ¿O son una forma para asegurar nuestro cielo ahora? ¿Usamos las cosas de este mundo como un medio para propósitos eternos? ¿O las gastamos en nuestra satisfacción momentánea? ¿Dónde estamos invirtiendo en realidad? ¿Se especializa nuestra cartera de valores en las realidades espirituales? ¿Hemos aprendido que las inversiones actuales pueden tener créditos eternos? Si es así, nuestros ingresos y gastos son en realidad muy espirituales. Construyen el reino de Dios.
El materialismo es engañoso. A cada paso se nos estimula a vivir la buena vida, a darnos un capricho, a tomar el control de nuestra vida y a aferrarnos a lo que tenemos. Estamos obsesionados con mejorar, pero sólo a nivel material. Nuestro problema es que hemos olvidado en qué debemos mejorar. 
Les recomiendo invertir en las cosas que llevan a la salvación. Cuida de tus necesidades físicas y de las necesidades de otros, y vive entonces en el reino de Dios. Si vivimos con justicia como nos enseña Jesucristo, no te faltará su guía y Te dará lo más importante la salvación que es para siempre! 

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