Reflexión diaria.
Queridos amig@s! ¿Cuántas veces hemos sentido esa sensación de arrepentimiento por haber dicho algo en un momento de rabia? Quizás hemos experimentado la sensación de querer recoger las palabras que lanzamos a alguien sin pensar y la herimos. Las palabras pueden causarnos y causarle dolor a un ser querido o a otra persona. Una vez las palabras son pronunciadas ya no hay vuelta atrás, quizás nos perdonen pero siempre quedará el sinsabor que dejaron nuestras palabras. Hay tantos matrimonios y noviazgos que han terminado, amistades que se han perdido, y se han creado enemistades entre familiares por palabras dichas en momentos de ira. Es por eso, que en esos momentos tensos donde el coraje nos invade es mejor tener serenidad y callar, quizás es lo más prudente para calmar una situación, y después con cabeza fría hablar, y buscar la forma de aclarar y encontrar una solución. Jesús nos dejó en la Biblia varias situaciones en los que se tomó un momento para pensar y guardó silencio para responder con sabiduría, sin agraviar a nadie, ni caer en las provocaciones que se le presentaban, Él nos dice “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” este versículo debemos atesorarlo en nuestro corazones y traerlo a la mente en los momentos que sintamos que vamos a perder el control.
Muchas veces también nos vemos envueltos en problemas y situaciones incomodas porque caemos en provocaciones de personas que solo quieren perjudicarnos y desestabilizarnos como dice Proverbios 26:4 “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él”. Oremos al Señor y pidámosle que nos enseñe a ser mansos y humildes de corazón, a guardar silencio cuando sea necesario. Dios les Bendiga!