Reflexión diaria.



Queridos amig@s! Al igual que la mujer que narra Lucas 13:11, muchos de nosotros andamos por la vida cargando en nuestras espalda un peso de dolor, pecado, angustia, necedad, sufrimiento, rencor, odio, ira, enfermedad, amargura, frustración, desamor, pérdida, depresión, envidia, cansancio, preocupación y un sinfín de sentimientos que nos pesan y no acongojan, que nos hacen estar cabizbajos, nos encorvan y nos imposibilita de estar derechos, erguidos a la vida, pues todo ese peso sobre los hombros no nos deja vivir una vida plena. A veces es tal el peso y tiempo que lo hemos llevado que sentimos que lo merecemos, que es nuestro destino, que estamos hechos para sufrir, en ocasiones la agonía es tan profunda que pensamos que no hay camino para nosotros, que nada puede sanarnos, hasta pensamos que no somos dignos para acercarnos al Padre. Pues Dios nos dice que sí hay esperanza, Jesús pagó el precio para fuésemos sanos. No debemos tener temor de acercarnos al Reino de Dios, Él quiere quitarnos las cargas, todo ese peso que nos agobia, y quiere ponernos erguidos. Cristo quiere y puede Sanarnos, liberarnos de toda atadura que trae sufrimiento a nuestras vidas. Nuestro Padre no quiere ver a sus hijos sufriendo, pues nos ama, y somos su tesoro preciado. Hay esperanza para nosotros, no estamos perdidos, por más amargo que haya sido nuestro pasado ya no tiene por qué serlo más. Entreguémonos al Padre, digámosle “Señor no puedo más, te necesito, lleva por favor mis cargas, sé que eres el único que puede, estoy cansando de luchar sol@, necesito de tu sanidad y libertad”. Dios puede salvarnos, ya Jesús derramó su sangre para que pudiéramos acceder a la salvación, tomemos pues la decisión de entregarle todo nuestro sufrimiento, y todo ese peso a Cristo para poder caminar derechos por la vida, viendo más allá del suelo, descubriendo todo aquello que nuestro Padre nos ofrece a través de su infinito amor. El Señor nos quiere ver con la cabeza en alto, caminando bajo su protección. Dios les bendiga!

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