Reflexión diaria.
«Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan» (Salmos 40:16)
Queridos amig@s! Disfrutemos el camino, el proceso. Hay personas que sujetan su felicidad a cosas que no tienen, viven estresados y amargados porque ellos piensan que van a ser felices cuando tengan un mejor trabajo, una casa, un auto caro, cuando viajen, en otras palabras, sus fuentes de felicidad están basadas en las cosas que desean tener, están atadas a un futuro incierto que aún no llega, a cosas materiales. ¿A cuántos no nos ha pasado que deseamos mucho algo y cuando lo tenemos nos emocionamos, pero esa emoción dura poco porque luego con el paso de los días la sensación se va, ya que se vuelve normal? Esta actitud la vemos en los niños, cuando llega diciembre están ansiosos por recibir su anhelando juguete, cuando por fin llega el día lo reciben con gran emoción y los días siguientes juegan mucho con su juguete, pero a medida que pasa el tiempo se van aburriendo de él, van perdiendo la emoción, pues ya no es la novedad, por lo que se vuelve normal. Cuando atamos nuestra felicidad a cosas externas, al futuro, a cuando logremos nuestros objetivos, sin darnos cuenta estamos rechazando la felicidad antes de llegar a la meta, somos infelices con nuestro presente. La emoción por conseguir algo solo dura un par de días y luego la vida vuelve a la normalidad, esto se debe a que aquello que antes nos parecía genial, ahora nos parece algo normal. Un amigo me comentaba que Él estaba emocionado porque después de ahorrar mucho se pudo comprar su primer auto, pero que luego esa emoción se le pasó, se sentía a gusto poder tenerlo, pero él me expresaba que le gustaría que la emoción le durara más. Por ello debemos cuidar nuestro interior, debemos cultivar nuestra felicidad interna pues de allí viene la verdadera motivación que nos impulsa a esforzarnos y no hay mejor manera de cultivar esta felicidad que no es efímera que mantener los ojos puestos en el Señor, porque nuestro Dios nos abre los ojos hacia la felicidad, nos da motivos para reír, nos muestra lo afortunados que somos, nos enseña a mejorar, nos inunda con una felicidad sublime que brota desde nuestro interior y nos lleva a tener determinación, motivación, fe y confianza en el Señor, tal como lo dice el Salmo 34:5 “Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados”.Si no nos sentimos felices en el camino, debemos buscar por qué no somos felices, quizás no estamos viendo bien, o nos estamos perdiendo de ser felices por atar nuestra felicidad a agentes externos, pues ya veremos que cuando obtengamos lo queremos, entonces querremos otra cosa y nunca vamos a estar conformes, nunca nada será suficiente, si no resolvemos nuestros problemas internos y si no colocamos nuestra mirada en Dios.
Por eso les recomiendo: disfrutemos el camino, nuestra hoja de ruta debe estar centrada en aprender y mejorar, mejorar tanto que podamos servir a los que nos necesitan démosle gracias a Jesús porque tenemos el privilegio de aprender con él, fijemos nuestra vista en sus enseñanzas y tomemos la decisión de ser felices hoy. Dios les Bendiga!