Reflexión diaria.



Queridos amig@s! Si hay que comparar el amor de Dios entonces tiene que ser con el de una madre, ya que el amor de ella es el más parecido al de Dios, pues es la referencia de amor puro y desinteresado que los seres humanos conocemos, un amor que todo lo espera, lo sufre y lo soporta, porque aun siendo el hijo bueno o ingrato, siempre la madre le ama incondicionalmente. A las mujeres Dios les ha dado el privilegio de haber sido elegidas para traer vida al mundo. Las madres son el ejemplo más palpable que el amor no es solo un sentimiento que despierta cariño por la persona amada, sino que es la persistencia, entrega, paciencia y apego de aquella persona que ha decidido amar, muy a pesar de los defectos y debilidades del otro. La madre consigue fuerzas en medio de la debilidad para acompañarnos en cada momento de nuestra vida sin importar su propio dolor. Y aunque los demás puedan fallarnos, ella jamás lo haría porque la maternidad es un llamamiento sagrado de Dios, y a la mujer que asume con gozo y valentía este privilegio sus hijos la llamarán bienaventurada y su esposo la alabará, Proverbios 31:28-29 “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;Y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.” A todas quienes son madres: nunca detengan sus pasos en pro de la enseñanza del amor, el respeto y la fe, confíen en las promesas de Dios, porque Él está con ustedes, y recuerden que pueden contar con la guía del Espíritu Santo para saber cómo actuar de acuerdo con la sabiduría de Dios. A todos los Hijos: aprendan a ser agradecidos con sus madres, demostrándoles amor y comprensión, sin dejar de lado la obediencia que les debemos incondicionalmente, porque así nos lo demanda Dios en uno de sus mandamientos ubicado en Éxodo 20:12 “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Dios les Bendiga!

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