Queridos amig@s! El gobierno español está apunto de aprobar una nueva ley Orgánica de regulación de la eutanasia, estas leyes que proponen se basan en conceptos aprobados por naciones con regímenes totalitarios que no tienen en cuenta la ley de Dios.
El Congreso de los Diputados está a punto de culminar la aprobación de esta nueva Ley, hasta hoy, ningún gobierno pasado había presentado un plan similar. La tramitación se ha realizado de manera sospechosamente acelerada, en tiempo de pandemia y estado de alarma, sin escucha ni diálogo público. El hecho es especialmente grave, pues instaura una ruptura moral; un cambio en los fines del Estado: pasa de defender la vida, a ser responsable de la muerte infringida; también influyen en la profesión médica que está comprometida en su labor a:
«...en lo posible a curar o al menos a aliviar, en cualquier caso a consolar, y nunca a provocar intencionadamente la muerte».
Es una propuesta que hace juego con la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes en el mundo.
Nosotros los creyentes en Jesucristo, los que seguimos sus enseñanzas bíblicas pensamos que el deber del personal sanitario es acoger, proteger y acompañar en la etapa final de la vida del paciente, aunque éste no tenga fe o no sea cristiano. No podemos permitir que sientan los enfermos que su vida no vale nada y que por ése motivo deben de desaparecer, tampoco se debe permitir que tengan la opción de recibir el suicidio asistido porque entonces serían cómplices de cometer ambas partes un grave pecado, el que en la Biblia nos recuerda: "no matarás"
Sólo Dios es dueño y Señor de la vida, sólo Dios les ofrece la esperanza, nadie conoce su plan Divino, respetemos su voluntad aunque contradiga nuestros sentimientos, algún día Él se revelará ante todo el género humano, puede ser cualquier día no lo olvidemos, en ése día cada uno será consolado, en ése día cada uno recibirá la recompensa que merezca según su Fe y sus obras.
Los seguidores de Jesucristo urgimos a la promoción de los cuidados paliativos, que ayudan a vivir la enfermedad grave sin dolor y al acompañamiento integral, por tanto también espiritual, a los enfermos y a sus familias. Este cuidado integral alivia el dolor, consuela y ofrece la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda la vida humana, incluso en el sufrimiento y la vulnerabilidad.
La pandemia del covid 19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida y ha suscitado solicitud por los cuidados, al mismo tiempo que indignación por el descarte en la atención a personas mayores. Ha crecido la conciencia de que acabar con la vida no puede ser la solución para abordar un problema humano.
Agradecemos el trabajo de los sanitarios y el valor de la sanidad pública, y reclamamos su mejora y una mayor atención presupuestaria.
La muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral. Por el contrario, frente a la muerte como solución, es preciso invertir en los cuidados y cercanía que todos necesitamos en la etapa final de esta vida. Esta es la verdadera compasión.
La experiencia nos ha demostrado que en los países donde se ha legalizado una ley similar, la eutanasia incita a la muerte y abandono de los más débiles. Al otorgar este supuesto derecho, la persona, que se experimenta como una carga para la familia y un peso social, se siente condicionada a pedir la muerte cuando una ley la presiona en esa dirección. La falta de cuidados paliativos es también una expresión de desigualdad social. Muchas personas mueren sin poder recibir estos cuidados y sólo cuentan con ellos quienes pueden pagarlos.
La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados como creyentes es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza.
Desde este espacio les invitamos a responder a esta llamada con la oración, el cuidado y el testimonio público que favorezcan un compromiso personal e institucional a favor de la vida, los cuidados y una genuina buena muerte en compañía y esperanza, también pedimos a cuantos tienen responsabilidad en la toma de estas graves decisiones que actúen en conciencia, según la verdad y justicia.