Reflexión diaria.
Queridos amig@s!! "Un atalaya es un vigilante a quien se le ha delegado la responsabilidad de velar por alguien o algo”, cada creyente es llamado para ser un atalaya espiritual, este no solamente ve, observa u oye, sino que hace sonar la trompeta. En tiempos antiguos la función de un atalaya era dar la señal de alerta ante un inminente ataque enemigo, y tras la advertencia de los demás podían prepararse y no eran tomados totalmente desprevenidos, de tal manera, que este hombre llevaba sobre él la seguridad de la ciudad entera, ya que mientras él vigilaba los demás habitantes dormían confiadamente. En Ezequiel 3:17-18, el Señor habla sobre sus siervos que están puestos para advertir al pueblo acerca de los peligros que persiguen sus vidas, y llamarles a estar conscientes del pecado, y apartarse de él. “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.” Todos en cierta forma somos llamados a ser atalayas cuando en 2 Timoteo 4:1-2 Pablo escribió: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” Aunque muchos predicadores de hoy día prefieren ser sutiles y diplomáticos, antes que advertir fervientemente sobre los peligros que los creyentes corren. Todos en cierta forma somos atalayas de nuestra propia condición espiritual y también por la de otros, recordemos que Dios demandará de nosotros esa responsabilidad. Dios les Bendiga!