Nuestro apoyo al pueblo de Israel.



Queridos amig@s! en este post vamos a recordar nuestros fundamentos y creencias con respecto al pueblo elegido, lo haremos con estos versículos:

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12).

Cada Cristiano debe saber por qué apoyamos de todo corazón a la pequeña nación de Israel, y a los Judíos en general.

Este pasaje del libro de Ezequiel es profético. Generalmente aplicamos estos versos a la conversión y al avivamiento. Es correcto hacerlo, porque ciertamente ilustran lo que le pasa a una gran cantidad de gente en el avivamiento, y al individuo cuando es convertido. Pero el capítulo treinta y siete de Ezequiel habla del avivamiento y de la conversión solamente por aplicación.

Es muy interesante leer lo que C. H. Spurgeon, el “príncipe de los predicadores,” dijo en 1864 sobre estos versos. Spurgeon predicó muy poco sobre profecía. En su sermón sobre este pasaje, él dijo:

“No estoy dispuesto a entrar en teorías del milenio, ni especular fechas. No sé nada de esas cosas, ni estoy seguro de que soy llamado a invertir mi tiempo en tales estudios. Soy llamado a ministrar el evangelio en vez de abrir profecía...Pero que quede claro, que si hay significado alguno en palabras, este es el significado de este capítulo. Israel será reorganizado, sus huesos esparcidos serán juntados...Será restaurada, será restaurada “como de entre los muertos” (C. H. Spurgeon, “The Restoration and Conversion of the Jews,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpresión de 1991, tomo X, pp. 428-429).

¡Qué declaración! ¡Él dijo eso en 1864! No hubo nación de Israel hasta casi un siglo después. Ochenta y cuatro años completos antes de que la nació moderna de Israel fuese establecida, Spurgeon, hablando sobre nuestro texto literalmente dijo:

Ahora Israel está borrada del mapa de las naciones...ningún rey reina en Jerusalén...Pero será restaurada, será restaurada “como de entre los muertos.” Cuando sus propios hijos hayan perdido toda esperanza de ella, entonces Dios aparecerá por ella. Será reorganizada, sus huesos esparcidos serán juntados. Habrá un gobierno nativo otra vez...se ha de incorporar un estado.

“Israel…será restaurada…un estado será incorporado.” ¡Y eso es exactamente lo que pasó 84 años después!

¡El 14 de Mayo de 1948, al final del control Inglés sobre Palestina, nació el estado de Israel! El Comité Nacional Judío en Palestina emitió una proclamación que apelaba a los derechos nacionales e históricos de los Judíos a esa tierra. Esta proclamación fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 29 de Noviembre de 1947, como el establecimiento básico del nuevo estado. El siguiente año, el 14 de Mayo de 1948, las palabras de Dios se comenzaron a cumplir:

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12).

¡Lo que Dios prometió a los Judíos hacía 2,535 años comenzó a suceder! Dios dijo: “Yo…os traeré a la tierra de” – ¡Y es eso exactamente lo que Dios hizo!

Quiero que veamos tres simples verdades respecto a esta gran promesa y el principio de su cumplimiento.

I. Primero, el significado de “sepulturas.”

El texto dice:

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas…” (Ezequiel 37:12).

¿Qué quiso decir Dios cuando dijo que Él los sacaría de sus “sepulturas”? La respuesta a esa pregunta esta aquí en este capitulo de Ezequiel 37:21

“Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra” (Ezequiel 37:21).

Es claro que las “sepulturas” de que habla Ezequiel 37:12 son las naciones del verso 21.

Cualquier persona que ha estudiado la historia mundial sabrá que el pueblo Judío fue sacado de su tierra natal de Israel en 70 D.C. por el ejército Romano de Tito. Jerusalén cayó ante Tito el 8 de Septiembre de 70 D.C. El Dr. J. Vernon McGee dijo:

“Los Judíos fueron esparcidos. Tito los esclavizó. Ellos construyeron el gran Coliseo en Roma” (J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1983, tomo IV, página 342).

Esto se conoce como la Gran diáspora – el esparcimiento de los Judíos a través de todo el mundo.

A principios de la década de 1970, los catedráticos de historia decían que esta profecía era sobre la Diáspora Babilónica, cuando los Judíos fueron llevados al Cautiverio de Babilonia en 586 A.C. y que no se aplicaba al diáspora de 70 D.C. Pero ni siquiera creían que profetizaba el Cautiverio Babilónico. Decían que fue escrito después y que no era realmente profecía. Estos catedráticos no creen la Biblia en lo más mínimo. Pero estaban equivocados al decir que el pasaje solamente se aplicaba al diáspora Babilónica. Aquellos catedráticos estaban equivocados por dos razones:

(1)  Primero, los Judíos no fueron enviados a Babilonia en el verso 21. Ellos fueron enviados a las “naciones” y no serían regresados de Babilonia, sino que “de todas partes.”

(2)  Segundo, este pasaje es claramente profético de una reunión futura cuando Dios “[pondrá Su] espíritu en vosotros” (Ezequiel 37:14). Eso no sucedió cuando regresaron de Babilonia. Es un evento futuro, que aun no se ha cumplido. Ahora mismo estamos viendo el principio del cumplimiento del verso 12. En el futuro, los versos 13 y 14 serán cumplidos.

Así, el principio del cumplimiento de nuestro texto comenzó en 1948, hace solo 58 años. Dios comenzó a “abrir” sus sepulcros e hizo a los Judíos “subir de [sus] sepulturas” en las naciones del mundo, de entre las naciones paganas como Alemania y Francia y Rusia, y de muchas otras naciones paganas. Eso todavía sucede hoy. El pueblo Judío aun viene a Israel desde las “sepulturas” de las naciones gentiles.

II. Segundo, la razón por qué Dios hace esto.

Te puedes preguntar por qué Dios le hizo esta promesa a los Judíos,

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12). 

¿Por qué le dio Dios a los Judíos esta maravillosa profecía y esperanza?

Él no se las dio porque la merecían, ni porque ellos eran buenos. Hay gente Árabe en Israel que son buenos Cristianos, mientras que muchos Judíos son seculares completos, hasta ateos. A los Judíos no les es dada la tierra de Israel porque son buenos y justos ante los ojos de Dios. Moisés hizo eso muy claro cuando dijo:

“No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino...para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac, y Jacob” (Deuteronomio 9:5).

La razón por la que Dios trae a los Judíos de regreso a Israel es porque Él le prometió esa tierra a Abraham, Isaac, y a Jacob – los patriarcas – hace mucho tiempo atrás, al principio, en el libro de Genesis 17:8. Dios le dijo a Abraham:

“Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Genesis 17:8).

Esa es parte del pacto incondicional de Dios con Abraham, dado a los patriarcas como 1900 años antes de Cristo. He dicho que era una promesa incondicional. Dios no dijo: “Y te daré a ti...la tierra si tú y tu descendencia me obedecen.” No, Dios simplemente dijo:

“Y te [la] daré a ti” (Genesis 17:8).

Esa tierra le es dada a los Judíos por el pacto incondicional de Dios con Abraham y su simiente. Es la tierra de ellos porque Dios se las dio, no por sus buenas obras ni por su justicia, sino por Su gracia solamente.

Dios tiene un pacto eterno que no se puede romper, con Abraham. No importa lo que haga el pueblo Judío, Dios les ha dado esa tierra. Aun el rechazo hacia Cristo por la mayoría de Judíos, no rompe este pacto eterno incondicional con Abraham. La nación moderna de Israel existe por la pura gracia de Dios, quien le hizo una promesa a Abraham, y Él no rompe Su promesa.

“Y te [la] daré a ti” (Genesis 17:8).

Por lo tanto, Dios dijo en Ezequiel:

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12).

III. Tercero, el tipo y el anti-tipo.

Un “tipo” es algo en el Antiguo Testamento que se cumple por el “anti-tipo” en el Nuevo Testamento. Estoy convencido de que aquí tenemos un tipo y un anti-tipo. El tipo del Antiguo Testamento es la promesa de Dios:

“Abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12).

El anti-tipo, o el cumplimiento del Nuevo Testamente, se muestra en varios pasajes del Nuevo Testamento.

El primero que mencionaré es la resurrección de Lázaro de entre los muertos. Lázaro estaba muerto, y estaba en la tumba. Él había estado muerto en esa tumba cuatro días. Él había estado muerto en esa tumba lo suficiente para que su hermana le dijere a Jesús:

“Hiede ya, porque es de cuatro días” (Juan 11:39).

Pero Jesús vino a la tumba de Lázaro y...

“clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió” (Juan 11:43-44).

El llamado de Lázaro para salir de su tumba es un cumplimiento retratado de Dios causando que los Judíos salgan de sus tumbas.

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12).

¿No es exactamente eso lo que pasó, al pie de la letra, cuando Jesús llamó a Lázaro de la tumba, y de nuevo caminó las calles de Jerusalén en Israel?

Un segundo anti-tipo se cumplió cuando Jesús mismo resucitó de la sepultura. Cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús en la mañana de la resurrección, ellas se dieron cuenta de que Él había resucitado de los muertos, que Dios “hizo” que Él “subiera de [Su] sepultura” y ¡Él caminaba de nuevo por Israel!

“Mas el ángel respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo” (Mateo 28:5-6).

Tal como el pueblo Judío está siendo sacado de sus sepulturas “a la tierra de Israel,” así causó Dios que Jesús resucitara de los muertos, dejara su sepultura, ¡y caminara una vez más por Israel! ¡Qué anti-tipo tan maravilloso! ¡Qué maravilloso cumplimiento!

Tercero, el Nuevo Testamento nos señala en nuestra propia conversión como anti-tipo, que retrata, en nuestro nuevo nacimiento en Cristo, el salir del cautiverio, causando que regresaran a su propia tierra en Efesios 2:5,

“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:5).

Igual que los Judíos esparcidos, sacados de sus sepulturas de las naciones paganas del mundo, nosotros estábamos “muertos por nuestros pecados.” Pero Dios viene a ti y te “da vida.” Eso quiere decir que el “hace” que por gracia tú “subas de tu sepultura.”

Cuando oigas el evangelio no lo resistas. ¡El hombre es pasivo en su conversión como los Judíos lo son en su restauración! ¡Dios “hace” que salgas de tu sepultura! ¡Dios te “trae” a Jesús para la salvación! Levántate de la sepultura y ven a Cristo. Todo lo que tienes que hacer es dejar de ignorar a Cristo. Él te está llamando. 

Él murió en la Cruz para pagar por tus pecados. Él resucitó de nuevo para darte vida. Ahora Él nos está llamando a venir a Él y recibir el perdón y la vida eterna. 

Cada día miles de judíos por todo el mundo reciben a Cristo, no necesariamente necesitan reunirse en congregaciones "gentiles" he comprobado que ellos lo hacen según sus tradiciones con las que se sienten a gusto, algunos grupos se denominan mesiánicos, es genial que regresen a Cristo porque sus antepasados lo conocieron y ellos extendieron el evangelio primero, es lógico que regresen y debemos apoyarles respetando sus tradiciones.

“Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12),

Ya esta naciendo el nuevo Israel, es exactamente allí donde iremos cuando el Señor descienda del Cielo. Si crees en Jesucristo, tú descenderás con Él al Monte de los Olivos en Jerusalén, y Dios te “[traerá] a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12) y veras la nueva Jerusalén: 


Apocalipsis 3:12


Al que venza, lo haré columna en el santuario de mi Dios, y nunca más saldrá fuera, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Jerusalem, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.


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