Reflexión diaria.



Queridos amig@s! En estos tiempos difíciles en los que la economía nunca se estabiliza, debemos emplear el dinero ahorrado para continuar con nuestra vida cotidiana, cómo creyentes instruidos nunca derrochamos, siempre repartimos y ahorramos porque sabemos que nuestro sustento proviene del Señor, por eso nunca lo utilizariamos con frivolidad o egoísmo, de esta manera mostramos nuestra gratitud. 

Es posible decir muchas cosas acerca del carácter de una persona por la forma en la que maneja el dinero, mientras que los impíos disfrazan el robo como préstamo, los justos con generosidad dan al necesitado; y aunque  no es un pecado endeudarse, como las mismas reglas financieras dicen: “el problema no es pedir un crédito, sino cómo darle un buen manejo”, lo que implica saber las razones por las que se pide y cómo será el pago. La Biblia no expresa prohibiciones ni permisos sobre el préstamo de dinero, no obstante, por la Palabra de Dios sabemos que usualmente no es buena idea endeudarse porque las deudas nos convierten en esclavos de aquel a quien debemos, así lo leemos en Proverbios 22:7 “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta”Al mismo tiempo, en algunas situaciones, el endeudarse es un “mal necesario”, por lo que mientras  el dinero sea manejado de una manera sabia, eficaz y los pagos de la deuda sean posibles, un cristiano puede tener la carga de una deuda financiera si es absolutamente necesario, siempre y cuando seas consciente del compromiso adquirido y evalúes el poder cumplirlo, como lo dijo Jesús en Lucas 14:28  “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” Si tú has contraído deudas que aun nos has saldado y si no tienes el dinero de inmediato, pídele a Dios que te dé la sabiduría para adminístrate mejor y pronto poder saldar tus deudas, pues es momento de que estés a cuenta con tu acreedor, y honres el compromiso adquirido, haciendo esto, estarás honrando también a Dios. Dios les Bendiga!

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