Reflexión diaria.



Queridos amig@s! Todos estamos llamados a compartir la Palabra de Dios o las buenas nuevas de salvación, esta es nuestra gran misión y debe ser asumida con toda la responsabilidad, aun sabiendo que los resultados dependen de Dios y no de nosotros, por lo que no debemos sentirnos intimidados o angustiados con nuestra prédica, porque jamás podremos cambiar los corazones de las personas y hacer que crean y se conviertan; esto sin importar nuestra elocuencia y conocimiento al hablar el evangelio, porque esto depende exclusivamente de Dios, nuestro trabajo se centra solo en sembrar y regar la semilla, Dios se encarga de todo lo demás, como lo dijo Pablo en 1 Corintios 3:6-7 “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”, hacerlo es sencillo porque en la Biblia encontraras todo lo que debes decir como lo vemos en 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. No necesitarás inventar cosas nuevas al predicar, sino simplemente proclamar lo que nuestro Señor Jesús ya ha hablado en su palabra, y a través del Espíritu Santo tendrás la revelación a tu vida sobre qué exactamente hablar. Hemos sido llamados a compartir el evangelio y es importante que tomemos el tiempo necesario para estudiar la Biblia y nutrirnos con ella, tomemos la responsabilidad y privilegio de llevar un mensaje de esperanza al necesitado y no les neguemos la oportunidad de ser confortados y sobre todo de recibir la salvación. Cumple con tu misión que Dios se hará cargo de los resultados.

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