Educando a nuestros hijos.


Queridos amig@s! Con fundamento en las Escrituras, que contienen principios dinámicos que ayudan a nuestro crecimiento personal y espiritual, les comparto una serie de recomendaciones que les serán muy útiles:

1. Instruya a sus hijos a tiempo

Los hijos los educamos en principios y valores. No es un proceso espontáneo. Implica un proceso que parte desde la misma niñez. La situación que apreciamos hoy, es el fruto de una concatenación de errores de los padres que tienen su reflejo en actitudes rebeldes, plagadas de resentimiento, y en muchos casos, deseos de venganza.

No podemos pretender que con un cambio superficial, tengamos a mano el amor de nuestros hijos. Recuerde siempre: es un proceso de siembra de principios y valores.

La Biblia enseña: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”(Proverbios 22:6; 29:17)

Esta pauta de educación compartida por el rey Salomón tiene aplicación en nuestro tiempo. Si usted instruye apropiadamente a sus hijos hoy, no tendrá que lamentarse en el mañana. Pero es importante que tome la decisión de criarlos apropiadamente.

Un segundo aspecto, aunque permítame decirle que es el más importante, estriba en que invite al Señor Jesucristo a reinar en su hogar. Si Él ocupa el primer lugar, tenga presente que su familia experimentará armonía, paz y—en caso de presentarse dificultades—se podrán superar gracias a la intervención de Dios, que trae paz y tranquilidad. ¡Tome la decisión hoy! Sus hijos, su familia y su relación de pareja serán diferentes…

2. Aplique la disciplina cuando corresponde

Leí hace poco un artículo sobre cómo educar un delincuente. Me llamó poderosamente la atención el título. Al leer el texto aprendía los errores que llevan a tener un hijo o hija que transgreda todo principio, y que a la postre traerá dolor a sus padres y a la sociedad.

Lo anterior lleva a considerar un imperativo el asimilar en nuestra existencia la instrucción que nos insta a aplicar la disciplina a nuestros hijos cuando cometen un error, sin prestar atención a las advertencias: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Proverbios 13:24)

3. No castigue a sus hijos con rabia

Ahora, permítame decirle que si va a aplicar castigo, no lo haga dominado por la ira que conduce a la irracionalidad. Su castigo debe orientarse a un cambio de actitudes y comportamientos en sus chicos, no para herirlos en el corazón: “Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.” (Proverbios 16:6)

Conozco muchos padres que se retienen de corregir a sus hijos y con el paso del tiempo se arrepienten, pero también, a quienes se dejan arrastrar por las emociones encontradas, y les causan dolor—no tanto físico sino emocional, con huellas nefastas que se mantienen en el tiempo–.

4. Comparta pautas bíblicas en familia

Recuerdo siempre la historia de Mauricio, un joven quien estuvo tentado de caer en las drogas, presionado por sus amigos. Era una constante en la universidad: “Te sentirás bien”, le repetían quienes lo invitaban a consumir alucinógenos. Y por supuesto, no una sino varias veces se sintió tentado de ceder. Pero siempre recordaba las pautas recibidas de su madre, una cristiana comprometida.

Igual ocurre con nosotros hoy. Si asimilamos y compartimos con nuestra familia—previa vivencia de nuestra parte—los principios aprendidos en la Biblia, sin duda sembraremos poderosos cimientos en esposa e hijos, que no se destruirán fácilmente. Al respecto el rey Salomón escribió: “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen…” (Proverbios 6:23 )

Jamás es tarde para comenzar y desde hoy, al leer la Palabra, puede tomar nota de principios que aplicará en su hogar. ¡Los resultados le sorprenderán!

Permítele a Dios reinar en tu hogar

La mejor decisión que podemos tomar, en todas las circunstancias, es que Dios reine en nuestro hogar. Nos asegura una buena relación de pareja, y por supuesto, en la formación de los hijos. Y todo parte de una decisión: recibirle en nuestro corazón. Es sencillo. Hágalo ahora mismo, allí donde se encuentra. Dígale: “Señor Jesucristo, te recibo en mi corazón como mi único y suficiente Salvador. Gracias por perdonar mis pecados en la cruz. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea”.

Si dio este paso, ¡felicitaciones! Hoy comienza una nueva vida. Tengo ahora para usted tres recomendaciones. La primera, haga de la oración un principio de vida diaria. Orar es hablar con Dios. La segunda, aprenda en la Biblia principios dinámicos que le llevarán a aplicar principios y valores para su vida y para su familia, y por último, comience a congregarse en una iglesia cristiana.

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