Sobre la justificación (Lucas 1, 6) parte 1.
Queridos amig@s! Hoy quiero compartirles esta enseñanza inspirada por el evangelio de Lucas capítulo 1 versículo 6, con la intención de mejorar nuestro entendimiento sobre lo que el Señor espera de nosotros como seguidores suyos;
En el evangelio leemos:
"Ambos eran justos delante de Dios, siguiendo todos los mandamientos y justificaciones del Señor de manera irreprensible" (Lucas 1, 6).
Los mandamientos y justificaciones de los que nos hace referencia, no son dos términos sinónimos; de lo contrario, el segundo sería redundante. La Palabra de Dios no contiene exclusivamente preceptos, como un tratado de obligaciones, sino que está llena de revelaciones de amor y secretos de santidad, por lo cual Jesús llama a su Evangelio la Buena Nueva. Sobre el sentido de esas “justificaciones” en el Antiguo Testamento, para entenderlas mejor pueden leer especialmente el Sal. 119 que es el más extenso del Salterio. San Ambrosio le dedica 300 columnas "in folio" y lo atribuye a David.Se compone en forma acróstica, de 22 estrofas, correspondientes a las letras del alefato hebreo, y en cada cual, los ocho versículos comienzan igualmente con esa letra. La Ley de Dios, sus grandezas y excelencias, sus valores espirituales, son el tema único de este inmenso océano de sabiduría, lleno de portentosos secretos de vida sobrenatural, que los superficiales hallan monótono y cuya profundidad es admirable.
Todos los 176 versículos, menos el 122, mencionan la Palabra de Dios bajo sus distintos aspectos. De ahí que los padres de la primitiva iglesia cristiana lo hayan considerado como un manual de perfección.
La primera estrofa del Salmo nos muestra que la Palabra de Dios debe ser estudiada como fuente de felicidad.
Las palabras de Dios tienen la virtud de apartarnos del mal, pues nos conceden el privilegio de revelarnos los caminos de Aquel que es el único perfecto (versículo 1). ¡Y lo hacen con la suavidad con que un padre corrige a su hijo!
En resumen no se trata de repetir que los mandamientos deben cumplirse. Eso no añadiría ninguna enseñanza. Se trata, según nos da a entender Lucas 11, 28, de custodiarlos, o sea de conocer y conservar empeñosamente las palabras de Dios en la memoria y la meditación, siguiendo el ejemplo descrito en Lucas 2, 19 y 51, entonces, no temeremos sus mandamientos pues estaremos preparados para cumplirlos. Es lo que enseña Jesús en Marcos 14, 38. También en I Timoteo 3, 16.
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo enseña que nuestra justificación es la sangre de Cristo y la Resurrección del Redentor, el cual nos dejó como fruto la gracia del Espíritu Santo que se nos da mediante la fe.
Por creer en Jesucristo y hacerlo nuestro Señor somos justificados ante Dios Padre y somos libres de cumplir con el ritualismo del viejo pacto. Leer: Rm. 3, 24 ss.; 4, 25; 5, 16 ss.; 8, 10 s., etc.