Reflexión diaria.
Queridos amig@s! Aquí les comparto la cita bíblica para reflexionar hoy:
"Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios"
(1 Pedro 3:3-4).
Reflexión: A veces solemos preocuparnos mucho por nuestra apariencia exterior, nos preocupamos por invertir en ropa de marca, un coche moderno, en tratamientos estéticos... y así un sinfín se cosas, pero poco invertimos en nuestro ser, poco invertimos en conocernos, en amarnos, en cultivar buenos valores y principios, en fortalecer nuestras debilidades, en aprender de nuestro Padre. En Proverbios 4:23 encontramos “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”, en nuestro corazón se guardan los sentimientos que nos hacen las personas que somos. Según lo que le demos de alimento a nuestro corazón eso vamos a reflejar, pues va a repercutir en nuestra personalidad, entonces ¿con qué alimentamos nuestro corazón? con rencores, tristeza, ira, codicia, envidia, o con amor, benevolencia, paz, tranquilidad, gratitud, sueños, entre otros. He conocido personas que no les importaba gastarse gran parte de su sueldo en ropa de marca, aunque luego no llegarán a fin de mes. Cosas como estas el ser humano llega a hacer con tal de verse bien ante la sociedad, con tal de aparentar, pero no hacen nada para cuidar su ser, su interior. Lo que guardemos en nuestro corazón a lo largo de nuestra vida va definiendo nuestra personalidad, va llenando de alegrías o de amargura nuestras vidas. Por eso debemos preocuparnos por nuestro ser no guardando rencores porque el único daño nos lo hacemos a nosotros mismos, aprendamos a vivir del presente, el pasado ya no volverá y el futuro es incierto, el odio solo nos envenena, la maldad solo nos daña, es preferible abrigar el sentimiento más puro que es el amor, permitiéndole inundar nuestro ser. Oremos a diario para que Cristo nos enseñe a cultivar nuestro corazón con virtudes que sean gratas en su presencia y que nos brinden una vida más agradable a los ojos del Señor. Dios les Bendiga!