Sobre la meditación.
La meditación no es solo reflexionar sobre algo, tampoco concentrarse en algo, lo que quiere decir es estar en un estado meditativo constante, un estado de tomar consciencia, darnos el tiempo de aquietarnos y observar nuestro interior y lo que nos rodea: es tomar consciencia de nosotros mismos.
Una sugerencia de meditación podría ser: primeramente nos sentamos en una silla cómodos con las manos sobre nuestras piernas y sin cruzar los pies cerramos los ojos, y nos concentramos primeramente en nuestra respiración, hacemos unas cuantas respiraciones profundas, inhalamos por la nariz y luego exhalamos por la nariz, y luego tomamos consciencia de nuestro cuerpo, y nuestra respiración, luego nos concentramos en los ruidos externos a nosotros para poder alejar los pensamientos ajenos, estamos en silencio por algunos minutos y cuando sintamos el momento empezamos a visualizar o imaginar el cielo azul, y que del cielo sale una luz resplandeciente que nos invade desde la punta de la cabeza a los pies y llena todo nuestro cuerpo de luz y lo revitaliza completamente y así a cada parte de nuestro cuerpo, desde las células hasta nuestros órganos y sistemas del cuerpo, es en este momento cuando debemos empezar a imaginar cómo sería el rostro de Jesús, cuando tengamos una imagen nítida de él, imagina que le dirías y ora, después en aquieta la mente, no pienses nada y escucha la voz de tu conciencia, quizás encuentres la solución a un problema.
Cuando hayamos terminado el ejercicio, agradecemos al Señor su presencia y con una respiración profunda lentamente abrimos nuestros ojos y despertamos a nuestra realidad cotidiana.
De este modo si hace varias meditaciones al día, conseguirá; Dedicarse más tiempo a si mismo; Ser mas consciente de todo cuanto existe, incluidos nosotros mismos; En la medida que soy consciente de mi, puedo ser consciente de lo que me rodea; Con la práctica asidua de la meditación nos sentimos conectados a Dios que es representado por toda su obra, también podemos sentir a Cristo, que vive dentro de nosotros desde el momento en el que lo aceptamos como nuestro salvador y Señor:
Gálatas 2:20
«ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, quien me amó, y se entregó a sí mismo por mí.»
Meditar siendo conscientes de que Cristo vive en nosotros es recuperar nuestra armonía y sin esta armonía no podemos ofrecer nada.
Recordar que la meditación es un simple ejercicio mental, para aquietar la mente y liberar el estrés; pero no es una doctrina bíblica ni es necesario practicarla para ser un verdadero cristiano.
Si uno no tiene la suficiente madurez espiritual basada en el conocimiento de la doctrina bíblica, es mejor no distraerse con estos ejercicios, pues pueden recordarnos al tipo de meditación que practican los orientales que no aporta nada a nuestra fe, incluso puede crear algún tipo de confusión.
Los verdaderos seguidores de Jesucristo lo ponen a Él como centro de nuestras vidas y Él esta por encima de todo.