Consejos para liberarse.
Tenemos claro que el principal opresor que impide al ser humano mejorar su relación con Dios es el demonio.
Todas las confesiones Cristianas reconocen esta realidad y se preparan para combatir sus acechanzas.
Hoy en día se oponen dos tendencias: la de ver al diablo en todas partes y la de negar sencillamente su existencia así como la influencia que tiene en nuestra vida.
Cuando observamos lo que sucede a nuestro alrededor: guerras, homicidios, suicidios de jóvenes y ahora, con mayor frecuencia, suicidios de personas mayores, división en las familias, divorcios, rechazo sistemático de Dios por un gran número de personas, ¿podemos afirmar que todo esto proviene solo del hombre? Por esta razón, en este Post nos detendremos en los procedimientos que nos ayudarán a guardar nuestro corazón en la fe y bajo la protección de Dios. Si deseamos vivir mejor nuestra fe, debemos volvernos hacia el Señor, y esto implica renunciar a la fuente de todo mal y de todo pecado en nuestra vida. Ese es el acto de renuncia al pecado que se hace en el momento del bautismo.
Jesús fue muy claro: "No se puede servir a dos señores: o estamos con Dios o estamos con Satanás" (Mt 6,24). ¿Cómo se puede pretender recibir la sanación sin antes haber sido liberados?
¿Cómo actúa el mal?
Sobre este punto, la Palabra de Dios nos ilumina. Todos los hombres son tentados. Pasan por la tentación de hacer lo que está mal a los ojos de Dios. Jesús fue tentado (Mt 4,1-11). Esta es la acción ordinaria del demonio; sin embargo, Dios puede permitir la acción extraordinaria del maligno, la cual se manifiesta de cuatro maneras diferentes:
Posesión: Es la acción más grave del demonio. Se produce cuando este toma posesión del cuerpo de una persona, no de su alma, y la hace actuar o hablar bajo su control sin que la persona pueda resistirle (Mc 5, 1-20).
Vejación diabólica: Son tormentos que no llegan hasta la posesión. Es el caso, por ejemplo, de Job que no estaba poseído sino gravemente golpeado en sus hijos, sus bienes y su salud (Jb 1 y 2); o de la mujer encorvada (Lc 13,1-17); o del ciego de nacimiento (Mt 12,22). Algunas personas se ven alcanzadas en sus afectos, su trabajo o su salud sin que los médicos sepan dar razón.
Obsesión: La persona sufre de pensamientos obsesivos, absurdos o incluso blasfematorios de los que no puede de manera alguna deshacerse. Provocan en la víctima un estado de encerramiento sobre sí misma y de desesperación que puede llegar incluso hasta la tentativa de suicidio.
Infestación diabólica: Puede afectar a casas, objetos o animales (Mc 5,11-13). Las manifestaciones diabólicas son utilizadas por el Señor para el bien: conversiones, retorno a la oración, a una vida de fe y a un progreso espiritual.
Síntomas de influencia maligna:
Cabeza:
• Se sufren dolores de cabeza día y noche sin parar.
• Síntomas de agitaciones que afectan al sueño.
• Dificultad para dormir, pesadillas o sueños con cosas horribles que dan miedo e impresionan fuertemente el espíritu y lo angustian.
• Estos síntomas se pueden encontrar juntos o aislados.
• Mayor fatiga y agotamiento en el momento de levantarse, para empezar tareas que antes se hacían con gusto.
Estómago:
La manera más eficaz de hacer daño suele consistir en introducir el maleficio en el interior del cuerpo: se suele usar una comida o una bebida en la que se ha mezclado materia maléfica.
Síntomas susceptibles de indicar que se ha tragado un maleficio: dificultad para digerir, sensación de estómago hinchado, anorexia, dolores o pesadez, tentativas de vómito repetidas o incluso violentas, pero no seguidas de efecto sino de un poco de saliva. Aversión hacia lo sagrado: Es evidente que el Maligno hará rodo lo posible para que el sujeto en cuestión se aleje de Dios, de la oración y de los sacramentos. Le alejará de la eucaristía, le causará desagrado encontrarse en una iglesia, le provocará náuseas, opresión, pérdida de conciencia y confusión mental y, al final, la persona ya no tendrá tiempo para rezar. Le resultará imposible concentrarse a causa de las distracciones continuas y será presa de unas invencibles ganas de bostezar, reír o dormir.
Obstáculos para la liberación:
• El rencor o el rechazo de perdonar es el mayor impedimento. "Perdonad y seréis perdonados" (Mt 6,14), "Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mt 6,12).
• La falta de esfuerzo personal. Se espera todo de las personas que oran. Hay que combatir todos los días.
• La falta de expiación o de reparación por nuestros pecados. Nos incumbe la obligación de reparar con el amor y la oración.
• Una práctica de magia, nunca confesada en la infancia, hecha a sabiendas o por diversión.
• Un pecado grave no confesado del que no queremos acusarnos y del que no queremos arrepentirnos y pedir perdón a Dios.
• Un pacto, o cualquier otra forma de atadura hecha con la ayuda de un "guru", o otros líderes de enseñanzas filosóficas que no proceden de Jesucristo, también toda clase de "trabajos" hechos con la intención de obtener algo, éstas suelen ser acciones que se suelen ocultar o no se les da la importancia que tienen.
• El aborto. Los remordimientos y la depresión acompañan a las mujeres que han abortado. Es de ayuda pedirle perdón al Hijo nonato y orar mucho solicitando la reparación del daño causado.
• Desear ser liberado para dejarse ir de nuevo a una vida fácil e inmoral. Una conversión seria es indispensable.
Medios eficaces para liberarse:
Un caminar serio en la fe, instruyéndonos por la biblia, y una verdadera vuelta a Dios.
Hacer actos de fe cada día a nuestro Señor diciéndole que le amamos y que queremos amarle.
• Ayunar como Jesús lo ha recomendado.
• Hacer tantas oraciones de liberación como podamos.
• Las oraciones de liberación y de exorcismo hechas por un pastor o grupo de oración.