Reflexión: Al igual que a la mujer, Jesús nos dice a ti y a mí “Yo soy, el que habla contigo”. A menudo oímos el nombre de Jesús, escuchamos hablar de su sacrificio, y le conocemos según la experiencia de otros, pero ¿estamos escuchando la voz de Jesús?, ¿hablamos con Él? Jesús nos habla constantemente de muchas maneras, pero queda en nosotros atender a su llamado, cada día vemos sus bendiciones, pero en ocasiones las ignoramos, no estamos atentos a la voz de Jesús, no mantenemos una relación cercana para aprender a escucharle, a conocerlo, a verlo cada día y que forme parte de nosotros, debemos llegar a poder hablar como Job en Job 42: 5 “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”, debemos dejar de oír a Jesús de oídos de otros, es momento de verlo por nosotros mismos, de vivir la maravillosa experiencia de escuchar su voz, de reconocer que nos escucha porque responde nuestras oraciones, en ese momento que sintamos su presencia acompañándonos, su Bendición rodeándonos, sentiremos una plenitud y un gozo inexplicable, no nos perdamos esa maravillosa experiencia. Otras personas al igual que la mujer buscan excusarse con que no han escuchado la voz de Jesús para no seguir su plan o no atender a su llamado, realmente no quieren escuchar su voz porque no quieren un compromiso real, están como los estudiantes que se sientan al final del salón de clase para no estar a la vista del profesor y este nos los vea, nos los llame y nos les pregunte nada, ¿estamos escondiéndonos de Jesús consciente o inconscientemente?, Jesús siempre se coloca frente a nosotros y nos habla, escucharlo debe ser nuestro anhelo. Volviendo al tema de las excusas, una vez un hombre que pasaba por una situación económica bastante difícil, su familia estaba pasando grandes necesidades y él se rehusaba a buscar trabajo, él decía Jesús le hablaría diciéndole el momento oportuno para buscar trabajo, definitivamente creo que su argumento era solo una forma de ocultar sus propios deseos, porque la verdad es que él no quería trabajar, Dios puede proveernos trabajo, abrirnos las puertas pero nosotros debemos ir a buscarlo. No ignoremos la voz de Jesús, hablemos con Él cada mañana, acudamos a su encuentro, digámosle que nos diga cuál es plan que tiene para nuestras vidas, digámosle “Señor enséñame a reconocerte”, “enséñame a escucharte, quiero comprometerme contigo, seguir tus enseñanzas y dejarme guiar por tu luz”. Gracias por leer! Qué Dios les bendiga!