Enseñanzas de San Juan de la Cruz
Queridos amigos! Un día más les agradezco su compañía, hoy les quiero compartir algunas enseñanzas de San Juan de la Cruz, un gran místico que tal vez en su tiempo no fue bien entendido pero que ahora en nuestra época, esta siendo muy estudiado porque sus escritos han inspirado a estudiantes de filosofía y a miembros de otras culturas y religiones, a mi personalmente me sorprendió que conocieran su obra en la India y otros lugares orientales.
Enseñanzas:
Sobre las dificultades de la vida. No hay que buscarlas, llegan por sí mismas. Algunas las podemos enfrentar para eliminarlas, pero otras permanecen, aunque no queramos. Si las enfrentamos con la actitud correcta, podemos crecer y madurar. En palabras de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz: se nos abre la puerta para poder entrar en la vida mística. En caso contrario, las dificultades bloquean el proceso de crecimiento e incluso incapacitan para llevar una vida normal. A esta actitud de acogida pacífica de las contrariedades de la vida para superar los traumas y aprender de todo, «haciendo de la necesidad, virtud», hoy se la llama «resiliencia», capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
Ante nuestras debilidades y contradicciones. Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz decían que, para vencer un vicio, no hay que estar todo el día dando vueltas a cómo conseguirlo, sino practicar la virtud contraria, «para vencer ese amor con otro amor mayor y mejor». Recomiendan la misma actitud para vencer las dificultades y contradicciones: no permitir que nos ahoguen, sino ocupar pensamiento y energías en potenciar las actitudes contrarias para poder superarlas.
En este camino es esencial «dejar nuestra razón y temores en sus manos [del Señor]», «dejarnos a nosotras mismas» o, por decirlo con san Juan de la Cruz, «salir de nosotros mismos». Esto significa «des-centrarnos», comprender que no somos el centro del universo, ni aún autosuficientes, que nunca nos bastamos a nosotros mismos, que necesitamos de los demás y –sobre todo– de Dios. Así lo expresa Santa Teresa: «Salí de mí misma, esto es, de mi bajo modo de entender, y de mi flaca suerte de amar, y de mi pobre y escasa manera de gustar de Dios».
Para los místicos, la vida verdaderamente humana es «éxtasis», que literalmente significa «salir de sí». Pero no entendiéndolo como una experiencia momentánea, sino como un camino que dura toda la vida, poniendo en práctica una enseñanza fundamental del evangelio: «El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la ganará». Esto consiste en no ser egoísta, sino generoso; en no pensar solo en mis cosas, en mi comodidad, sino en buscar el bien del otro, hasta dar la vida. Esto significa «salir de sí mismo»: no buscarme a mí mismo, pensar en los demás, darme por amor.
Mi obra favorita de San Juan de la Cruz es el "cántico espiritual" podemos aprender y reflexionar mucho leyendo sus estrofas.
Al inicio del Cántico Espiritual recoge la experiencia que marca el inicio de todo verdadero proceso de conversión cristiana, y que consiste en «caer en la cuenta», asumir vitalmente que el cristianismo no es un conjunto de doctrinas, de ritos o de normas morales, sino el encuentro con el amor incomprensible de un Dios que nos ha creado por amor, que nos ha redimido por amor y que nos ha rodeado de mil manifestaciones de su amor antes incluso de nuestro nacimiento. En definitiva, un Dios que es siempre «el principal amante» en sus relaciones con el hombre. Por eso, la persona enamorada se esfuerza por «imitar a Cristo en todas sus cosas, conformándose con su vida, la cual debe considerar para saber imitarla y actuar en todas las cosas como actuaría Él» Lo aclara cuando recomienda «no hacer ni decir palabra notable que no la dijera o hiciera Cristo si estuviera en el estado que yo estoy y tuviera la edad y salud que yo tengo». No basta con repetir lo que hizo Cristo. Debemos hacer lo que Él haría en las circunstancias concretas que nos toca vivir en nuestro peregrinar por la tierra.
Gracias por leer, Dios les bendiga!