Reflexión para hoy.

Queridos amigos! Hoy sigo recordando la historia de Job, hay un versículo que dice: "Por tanto me aborrezco,  Y me arrepiento en polvo y ceniza" (Job 42:6).
La expresión "polvo y ceniza" viene del acto de contrición que los antiguos israelitas hacían cuando querían mostrar su sufrimiento, se lanzaban polvo del suelo para ensuciarse y mostrar así que estaban sufriendo tanto que su mal aspecto exterior reflejaba su dolor interior.
Muchas veces se hacía para pedir perdón y misericordia, pues la ceniza y el polvo no valen nada, ellos recordaban así su penosa condición de pecadores.
Reflexión: A veces caemos en las tentaciones porque pensamos “bueno nadie lo va a saber, nadie me está viendo, no creo que sea un pecado tan grande”, nos engañamos a nosotros mismos y pensamos que también podemos engañar a Dios, y decimos “Dios es misericordioso, Él me va a perdonar”. Resulta que Dios no puede perdonarnos, si no nos arrepentimos de corazón, si no es un arrepentimiento genuino y sincero. Somos humanos, nos equivocamos y cometemos faltas, pero seamos temerosos de Dios, cuando le pidamos perdón que sea un arrepentimiento espontáneo y limpio, Él es nuestro Padre y nos vio haciendo algo indebido. Como Padre le duele ver a sus hijos fallar, verlos mal, haciendo cosas inapropiadas. Debemos sentir el dolor y la vergüenza por haber pecado, para que no vuelva a ocurrir. Hay un pecado que Dios no nos puede perdonar y ese que nosotros mismos no nos dejamos perdonar, ya que seguimos haciendo lo mismo una y otra vez, volviéndose un círculo vicioso. Pidámosle perdón a nuestro Padre por repetir las mismas faltas, por no ser sinceros y honestos. Arrepintámonos de corazón, y pidámosle una renovación espiritual que nos ayude a mantenernos fuertes para no caer en pecado. Oremos y seamos honestos con nuestro Padre ya que de lo contrario no lo engañamos a Él, sino a nosotros mismos.
Dios les Bendiga! 

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