Reflexión diaria con el Evangelio.


Querido lector, gracias por acercarte a leer y conocer un poquito el evangelio. Hoy quiero compartirles esta cita del nuevo testamento y hacer una pequeña reflexión como cada día.

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia…” 

(Hebreos 4:16).
Reflexión: Dios nos ha dejado un instrumento muy sencillo para hablar fácilmente con Él, en cualquier lugar y cada vez que queramos, pero somos nosotros mismos quienes le ponemos obstáculos a nuestra conversación con Dios, hay veces que no sabemos qué decir, cómo empezar, y hay personas que simplemente consideran que no saben hacerlo. Pues orar es una expresión de libertad, basta con cerrar los ojos y dejarnos llevar, tan simple como hablar con un amigo o un familiar y hasta más liberador porque con Dios podemos hablar sin miedos o ataduras, sin la presión de que seremos juzgados o criticados, con nuestro Padre podemos ser tal y como somos, mostrarle nuestro YO en toda su expresión, porque nuestro Padre nos acepta tal cual somos. Con Dios no necesitamos palabras sofisticadas porque a Él no necesitamos impresionarlo con palabras bonitas o aparentando algo que no somos, pues nuestro Padre solo quiere ver a sus hijos amados ya que nos conoce perfectamente así que nos escucha con oídos amorosos, atento a cada palabra nuestra. Si no acostumbras a orar, quizás te parezca extraño al principio porque nosotros mismos le ponemos prejuicios a la oración y nos sentimos raros al hacerla, pero cuando buscamos a Dios, Él está ahí y poco a poco iremos sintiendo su presencia, iremos conociéndolo y escuchándolo por lo que iremos experimentando esa hermosa sensación que se siente al orar, esa sensación tan maravillosa, que nos llena de paz, alegría, entre tantas cosas porque esa sensación no se puede explicar con palabras. Cuando hablemos con Dios a través de la oración no tengamos miedo ni pena, hablemos con toda confianza, confesémosle nuestros miedos y angustias, nuestros anhelos y nuestras peticiones, comentémosle nuestros sueños, riámonos, agradezcámosle, pidámosle perdón, consejos, desahoguemos con nuestro Creador, construyamos una relación estrecha con nuestro Padre, pues no hay mejor amigo y consejero al que le podamos hablar como a Él. Simplemente cerremos los ojos y empecemos a conversar con Dios, no se necesitan reglas ni protocolos, solo conversemos, digámosle todo lo que deseemos decirle sin tabús, ni miedo; con el Señor podemos hablar libremente y estar confiados en que nos escucha. Construyamos una relación cercana con nuestro Padre a través de la oración y disfrutemos de la maravillosa presencia de Jesucristo. Dios les Bendiga!

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