Jesús nuestra inspiración.
Amig@s, gracias por visitar nuestro blog! Un espacio creado para dar a conocer el evangelio y difundir la palabra de Dios. Hoy quiero hacerles reflexionar, la vida del creyente gira entorno a Dios, a menos que seamos
verdaderamente espirituales, no abandonaremos el protagonismo. Para ser un verdadero cristiano no se debe vivir para uno mismo. Por el contrario, los legalistas se
mueven según sus estados de ánimo. Estos exigen cumplimientos de estatutos para
sentirse ellos importantes, pero en realidad, sus vidas no son sinceras ante
Dios.
Hay otro tipo de creyentes que: ni son legalistas, ni son espirituales, estos
son los que se hacen dioses a si mismos. Dentro de este último grupo están los:
cantantes, predicadores “estrellas”, intercesores “internacionales” etc.
Lo más importante es tener un corazón receptivo a la Palabra de Dios. La verdad de la Palabra nos hace libres. Si tenemos una reacción positiva cuando notamos la inspiración de Dios, sabremos entender su revelación.
Hay creyentes que le piden a Dios con miseria: “Señor dame migajas” y estos también le dan al Señor migajas.
Isaías 53:2 …
53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Jesús haciéndose carne tomó nuestro nivel para que le deseemos. Un cristiano auténtico no hace el énfasis en su potencial humano, sino en que Jesús se vea reflejado en Él. Dios desfiguró el lenguaje de Moisés para que el pueblo se fijase en Dios.
En el huerto del Getsemaní, Jesús fue molido en su cuerpo y en su alma. Ninguno de los discípulos estuvo allí para apoyarle. Nadie podía llevar su muerte en su cuerpo.
En la parte del calvario que mas nos puede asombrar y enseñar es allí donde dice que enmudeció. Su silencio fue majestuoso dentro del temblor de la muerte.
Nadie entrará en el reino si no se vuelve niño. Es Dios quién pone condiciones a diario para poder entrar en su reino.
Somos insuficientes con nuestra oración para que el Señor nos guarde. Él debe enviar su ángel para que nos sostenga.
Jesús ha invertido su sangre en su Iglesia, que Él haya invertido su sangre quiere decir que se fía de nosotros.
El enmudecimiento de Jesús en la cruz, nos debe enseñar más de lo que pensamos.
Las enemistades que podemos tener entre los hermanos, le siguen hiriendo todavía.
Si somos su linaje escogido debemos nacer de nuevo en aquel huerto. Nacidos en su muerte, para que de nosotros no se levante ningún área opositora a su señorío.
COLOSENSES 2:12
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
El Espíritu Santo es quien nos revela auténticamente a Jesús, nos constriñe, nos acerca al Padre. La adoración en el Espíritu ha de hacerse conforme a sus enseñanzas. El cuerpo se somete al alma y esta se somete al Espíritu.
Dice Pablo en estas escrituras de Colosenses 2, que también participamos en su muerte, para participar en su resurrección. Debemos contar como desaparecidos, pues nuestro destino es caminar con Dios. Él es celoso y apasionado de lo que es suyo.
El mundo busca tenernos con él, pero el Señor anhela tenernos desaparecidos para el mundo y así figurar para Dios. El Espíritu que Dios nos ha dado, nunca va a morir. Por lo tanto, debemos caminar como resucitados para Él.
Si Jesús nos ha dado vida, nos la ha dado con Él. No tenemos vida para vivirla fuera de Él. Él es nuestra vida.
Llegaremos a la plenitud como cristianos a base de pruebas, no temamos las dificultades, si creemos en las promesas de Jesús, a pesar de todo, viviremos con gozo. Dios les bendiga!
Lo más importante es tener un corazón receptivo a la Palabra de Dios. La verdad de la Palabra nos hace libres. Si tenemos una reacción positiva cuando notamos la inspiración de Dios, sabremos entender su revelación.
Hay creyentes que le piden a Dios con miseria: “Señor dame migajas” y estos también le dan al Señor migajas.
Isaías 53:2 …
53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Jesús haciéndose carne tomó nuestro nivel para que le deseemos. Un cristiano auténtico no hace el énfasis en su potencial humano, sino en que Jesús se vea reflejado en Él. Dios desfiguró el lenguaje de Moisés para que el pueblo se fijase en Dios.
En el huerto del Getsemaní, Jesús fue molido en su cuerpo y en su alma. Ninguno de los discípulos estuvo allí para apoyarle. Nadie podía llevar su muerte en su cuerpo.
En la parte del calvario que mas nos puede asombrar y enseñar es allí donde dice que enmudeció. Su silencio fue majestuoso dentro del temblor de la muerte.
Nadie entrará en el reino si no se vuelve niño. Es Dios quién pone condiciones a diario para poder entrar en su reino.
Somos insuficientes con nuestra oración para que el Señor nos guarde. Él debe enviar su ángel para que nos sostenga.
Jesús ha invertido su sangre en su Iglesia, que Él haya invertido su sangre quiere decir que se fía de nosotros.
El enmudecimiento de Jesús en la cruz, nos debe enseñar más de lo que pensamos.
Las enemistades que podemos tener entre los hermanos, le siguen hiriendo todavía.
Si somos su linaje escogido debemos nacer de nuevo en aquel huerto. Nacidos en su muerte, para que de nosotros no se levante ningún área opositora a su señorío.
COLOSENSES 2:12
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
El Espíritu Santo es quien nos revela auténticamente a Jesús, nos constriñe, nos acerca al Padre. La adoración en el Espíritu ha de hacerse conforme a sus enseñanzas. El cuerpo se somete al alma y esta se somete al Espíritu.
Dice Pablo en estas escrituras de Colosenses 2, que también participamos en su muerte, para participar en su resurrección. Debemos contar como desaparecidos, pues nuestro destino es caminar con Dios. Él es celoso y apasionado de lo que es suyo.
El mundo busca tenernos con él, pero el Señor anhela tenernos desaparecidos para el mundo y así figurar para Dios. El Espíritu que Dios nos ha dado, nunca va a morir. Por lo tanto, debemos caminar como resucitados para Él.
Si Jesús nos ha dado vida, nos la ha dado con Él. No tenemos vida para vivirla fuera de Él. Él es nuestra vida.
Llegaremos a la plenitud como cristianos a base de pruebas, no temamos las dificultades, si creemos en las promesas de Jesús, a pesar de todo, viviremos con gozo. Dios les bendiga!